ÁREA 1

Salud, Sexualidad y Calidad de Vida. Medio ambiente

La sexualidad y los cuerpos de las mujeres son socialmente concebidos como temas tabú para la sociedad. Ambos temas son motivo de denigración de y para las mujeres; especialmente en lo que respecta al placer sexual o la autocomplacencia, y los procesos biológicos por los que naturalmente pasa su cuerpo, como consecuencia de la educación sexual recibida basada en el androcentrismo.

Es decir, los valores culturales y la falta de una educación sexual adecuada,  basada en estereotipos y roles sexistas, limita el autoconocimiento y el disfrute sexual de las mujeres a favor del placer los hombres como únicos sujetos de placer. Esta visión de la sexualidad, además, ante las mismas situaciones, puede concebirse como denigrante para las mujeres (puta) o venerable para los hombres (donjuán). Incluso en caso de no considerarse venerable para los hombres, a estos, no se les castiga socialmente igual que a las mujeres, por ejemplo, las infidelidades o tener relaciones con más de una persona a la vez.

Además, esta educación basada en estereotipos y roles sexistas, se traslada como mandato a las relaciones de personas homosexuales, en las que se considera que una persona debe “hacer de hombre” y la otra “hacer de mujer”.

Asimismo, la salud de las mujeres también se percibe vulnerable, pues los factores sociales que influyen no se tienen en cuenta a la hora de diagnosticar y tratar enfermedades. Además, los roles y estereotipos también permean en el personal sanitario que atienda y diagnostica patologías.

La concepción y naturaleza de los cuerpos son motivo de discriminación en el ejercicio de deportes de competición; los equipos directivos y empresas promotoras limitan la promoción y desarrollo de la profesión a las mujeres forzando a las deportistas, por ejemplo, a primar la maternidad o la profesión deportiva, así como la infravaloración de los deportes feminizados o protagonizados por mujeres respecto de los masculinizados o protagonizados por hombres. Por ello, se identifican desigualdades en el desarrollo del deporte, no atendiendo a los cambios corporales ni a los ciclos vitales, limitando la promoción y el porvenir de la carrera profesional de las deportistas.

El sexismo es un asunto de salud pública, bienestar y calidad de vida.