Los estereotipos y roles de género obstaculizan la carrera profesional de las mujeres; desde las limitaciones culturales a la elección de profesiones masculinizadas a las barreras (techo de cristal) para la promoción de las mismas, bien sea por los prejuicios sexistas sobre sus capacidades o por la maternidad como elemento decisorio a la hora de contratar o facilitar la mejora de condiciones de trabajo y la promoción de las mujeres frente a los hombres en igual categoría. Como consecuencia, el tema se concibe mayormente desde los efectos. Además esta situación se agrava en mujeres con riesgo de exclusión social.
Se identifican varias formas de discriminación por razón de sexo: segregación horizontal y vertical, brecha salarial, que se agudizan en mujeres de mayor vulnerabilidad (situación de marginalidad, o con riesgo de exclusión social). No obstante, estas discriminaciones tienen baja incidencia en competencia municipal.
De acuerdo a una idea aportada, pareciera contradictorio señalar que la promoción laboral de los hombres se debe a la baja autoestima de estos. Sin embargo, esta contradicción se explica a la inversa: la promoción profesional de las mujeres repercute negativamente en la autoestima de los hombres, puesto que se sienten inferiores al tener un salario o categoría profesional menor que ellas. Esta cuestión aborda los valores machistas de superioridad de los hombres sobre las mujeres, que deben estar simbólica y materialmente en mejor posición que las mujeres.