ÁREA 3

Promoción y Sensibilización de la Igualdad

Este tema es percibido tanto por su causalidad como por sus múltiples efectos, unas en consecuencia de los otros y viceversa, retroalimentando y perpetuando los roles patriarcales con y como objeto del mantenimiento de la desigualdad entre hombres y mujeres, valiéndose, además, de canales transmisores como la publicidad.

Como se ha detectado por parte de la población participante; la cultura en que vivimos produce y reproduce los estereotipos y roles sexistas, que se transmiten vía tradiciones, costumbres, crianza (entorno familiar), entorno amistoso y también mediante la educación formal (académica). Estos valores limitan la libertad de las personas para ser, conocerse y desarrollarse libremente, sin prejuicios, en diversidad y desde el respeto.

Esos valores posicionan a la mujer en la inferioridad y subordinación simbólica y material, mientras que a los hombres los posiciona en la superioridad y liderazgo. Lo cual afecta no solamente al desarrollo personal sino, también, a la elección de hobbies y profesiones en que formarse y especializarse.

Esto, ciertamente, ha ido cambiando pero, al tratarse de  una estructura social bien engarzada, los cambios han sido mayormente adaptativos. Como indicó una de las personas participantes, los hombres aún deben cumplir con “caballerosidades” para con las mujeres, quienes, a su vez, deben seguir cuidando a la par que se cuidan a sí mismas. Las mujeres no pierden el rol de “cuidadora”, ni los hombres de “héroes” (policía).

Así mismo, a pesar de los esfuerzos por fomentar la asociación y sororidad entre mujeres, sigue percibiéndose la competición entre ellas.

Los medios de comunicación y la publicidad son vehículo o canal de transmisión de mensajes, sexistas, en la sociedad. La mujer, subordinada al hombre, es cosificada  en los anuncios publicitarios, así como siguen perpetuándose los roles sexistas mediante otros los elementos, como los juguetes, diferenciados por colores en base al sexo/género asociado.