Tema percibido mayoritariamente como consecuencia de muchas causas: algunas de ellas, una concepción histórica del urbanismo desde ópticas patriarcales, la falta de adaptación de los espacios que influyen en la falta de accesibilidad para las mujeres algunas zonas de la ciudad, inseguridad con ello, en la elección de turnos/puestos de trabajo.
La cultura en que vivimos, machista, basada en una socialización diferencial por sexo, la falta de seguridad y de inversión pública que facilite el acceso y disfrute universal del espacio público, especialmente en horario nocturno, dificultan el acceso de este a las mujeres, manteniendo el privilegio masculino y la pérdida de libertad para ellas afectando a su salud (miedo, estrés, ansiedad, coacción) y a la libre elección de turnos de trabajo.
Asimismo, esta diferenciación se perpetúa mediante el diseño y la gestión de urbanismo, acciones generalmente llevadas a cabo por hombres carentes de perspectiva de género.