Plaza Weyler: 120 años de su fuente monumental

Realizada con mármol de Carrara, de características neo renacentistas, está formada por dos cuerpos diferenciados, el pilar central y la pila o taza

La céntrica plaza de Santa Cruz de Tenerife que lleva el apellido del teniente general Valeriano Weyler era conocida antiguamente como Campo Militar, porque en ella realizaba sus ejercicios la tropa del cuartel de San Miguel, que se encontraba en sus alrededores. Muy cerca, en el solar que hoy ocupa la Capitanía General, existía desde 1778 un Hospital Militar mandado a construir por el comandante general Marqués de Tabalosos.

Como este paraje era el extrarradio de la ciudad, utilizado como parada y descanso de caballerías y carruajes, y las calles del Castillo y de La Luz -Imeldo Serís- sólo llegaban a la calle de San Roque, hoy Suárez Guerra, el Ayuntamiento llevó a cabo una trascendental reforma de la zona, prolongando la calle del Castillo hasta la incipiente plaza, cuyo tramo sería inaugurado el 25 de julio de 1875, comenzando a edificarse, rápidamente, nuevas casas de dos plantas donde hasta ahora había huertas.

El 5 de enero de 1879, cuando el Capitán General Valeriano Weyler recibió del Gobierno de S.M. la autorización para construir un edificio para Capitanía General y un nuevo Hospital Militar en la calle Galcerán, los ciudadanos lo celebraron con una gran manifestación de agradecimiento, reuniéndose en la plaza de la Constitución, hoy de la Candelaria, frente al Palacio Carta, donde se encontraba la Capitanía General (1853-1881).

Con esta construcción, la zona comenzaría a tomar gran impulso, ya que propició la nueva apertura de la calle Méndez Núñez y la avenida Veinticinco de Julio, que darían lugar al señorial barrio de los Hoteles, así como a la calle de la Maestranza, hoy Galcerán, que propiciaría el desarrollo del barrio Duggi.

Ese mismo año, el Capitán General solicitó que en el terraplén situado frente al Hospital, denominado “campo militar”, se plantaran árboles que sirvieran de ornato, a lo que accedió la Corporación a cambio de las piedras que se obtuvieran de la “sorriba” de la plaza.

Los trabajos de nivelación de los terrenos se hicieron siguiendo el diseño del arquitecto Vicente Alonso de Armiño, y fueron realizados por los migrantes de Fuerteventura y Lanzarote que habían llegado a Tenerife huyendo de las sequías y hambrunas existentes en aquellas islas.

El 7 de febrero de 1879, el Ayuntamiento acordó poner el nombre de Weyler a la nueva Plaza que hoy sirve de elegante antesala al que sería el noble y monumental edificio de Capitanía General.

La plaza fue inaugurada el domingo 6 de mayo de 1883, puesto que ese año la celebración de la Santa Cruz (3 de mayo) coincidió con la fiesta de la Ascensión y el Obispo autorizó el cambio de fecha.

Ese día, se montaron bazares para recaudar fondos para poder llevar a cabo los trabajos de acondicionamiento y construcción de los muros de sillería que cerraban el perímetro, obras que no finalizarían hasta 1909. Incluso, la arpista Esmeralda Cervantes ofreció un concierto benéfico en el Teatro Municipal de Santa Cruz de Tenerife, cuya recaudación se la entregó a Valeriano Weyler para que pudiese financiar las obras.

La plaza recibió diversas reformas dentro del plan de obras municipales de 1938 y 1944, esta última a cargo del arquitecto municipal Antonio Pintor. Pero la gran remodelación que le proporcionó su actual aspecto fue obra del arquitecto Enrique Rumeu, en 1955.

En la actualidad, la plaza ha dejado de ser un espacio de recreo y descanso pues, al estar situada en una de las zonas de mayor movimiento peatonal, es utilizada como ruta de paso; sin embargo, sus parterres ajardinados están muy bien cuidados y conservados, lo que la hace ser una de las plazas públicas más bellas de Santa Cruz.

Fuente de la Plaza de Weyler

En 1883 se instaló un pequeño estanque circular en el centro de la plaza en el que se alzaba un surtidor a modo de sencilla fuente ornamental, pero los concejales Luis Candellot e Isidro Miranda propusieron en 1891 solicitar diferentes planos de fuentes a la empresa de Francisco Franchini, en Genova (Italia),  çon el fin de ver “la que reunía mejores condiciones de lujo y esbeltez”, llevándose a cabo su instalación en 1899.
Como el costo de tan lujosa y esbelta fuente, 11.380 liras, rebasaba las posibilidades económicas del Ayuntamiento, para poder cancelar la deuda hubo que recurrir a las aportaciones vecinales, organizar bailes, venta de rifas, e instalar tómbolas y bazares. Incluso se vendieron las maderas de los barracones que se habían instalado en la plaza de Toros para alojar las tropas repatriadas de Cuba.

El conjunto arquitectónico realizado con mármol de Carrara, de características neo renacentistas, realizado en Génova por Achille Canessa, está formado por dos cuerpos diferenciados: el pilar central, y la pila o taza.

El pilar central, de 5,8 m de altura, que descansa sobre un basamento cilíndrico, tiene un gran desarrollo decorativo en los tres niveles en que está dividido.

En el primer nivel, cada cara lleva un mascaron que echa agua por la boca y conchas receptoras en los cuatro ángulos del pilar.

En el segundo nivel, las caras del pilar son cóncavas, cada una con una concha del peregrino incrustada en sus paredes. Además, en las cuatro esquinas, querubines sentados sujetan  entre sus piernas bocas de delfines que hacen de surtidores por donde sale agua que cae en las conchas situadas en la parte inferior.

El tercer nivel, existen dos niños coronando el fuste y, entre ambos, un delfín arrojando dos hilos de agua por sus ojos. Uno de los niños está arrodillado, y el que está de pie con los brazos en alto tiene una guirnalda de flores que rodea su cuerpo y le llega a las manos.

La pila o taza, de forma circular, además de cumplir su propia función receptora, hace también de surtidor.

Los cuatro jarrones-fruteros de mármol de carrara que en 1958 se colocaron a su alrededor no están relacionados con el conjunto artístico.

En el año 2009, siguiendo el proyecto del arquitecto Alejandro Beautell, se le aplicó una limpieza general, con el sistema de chorro de arena, eliminándole las manchas producidas por la contaminación ambiental, los excrementos de las palomas, el exceso de cal que contiene el agua, así como óxido, bacterias, hongos y algas.

José Manuel Ledesma Alonso, Cronista Oficial de Santa Cruz de Tenerife