¡Evoluciona! Así lo han hecho las guaguas

El Ayuntamiento pone en marcha una campaña para fomentar el uso del transporte público

El activo movimiento de pasajeros que se desarrollaba en Tenerife a principios del siglo XX, como consecuencia de la densidad de población, muy repartida entre el campo y la ciudad, y el creciente auge del turismo, la agricultura y el comercio, hizo que se instalaran vehículos de motor mecánico en el transporte colectivo de viajeros.

Automóvil-Ómnibus: Jardineras

La primera Jardinera que comenzó a funcionar en Tenerife la mandó traer de Francia, en mayo de 1902, Louis Alexander, con el fin de ampliar su actividad comercial y facilitar a sus clientes los penosos desplazamientos.

Al cambiar la tracción animal -Ómnibus o Coches de Hora- por la mecánica, el nuevo artilugio recibió el nombre de Automóvil-Ómnibus y, por simplificación, Autobús; pero, al igual que su antecesor, tampoco aquí fue aceptado su nombre y se le llamó Jardinera. La primera Jardinera que cubría la línea donde no llegaba el tranvía, es decir, La Laguna-Tacoronte-La Orotava, construido por la casa Panhard y Levassor de París, pasó la inspección técnica en el Gobierno Civil de Santa Cruz de Tenerife, el 22 de mayo de 1902, recibiendo la matrícula TE-2. Tenía un motor de 4 cilindros, que le proporcionaba una potencia de 12 caballos  estaba dotada de 12 asientos de madera, colocados transversalmente para el acomodo de los viajeros.

Su conducción era sencilla, el chofer se colocaba al volante, mientras el cobrador le daba a la manivela del arranque -el beo-. La barra de la dirección llevaba dos enormes pedales -el del embrague y el del freno- y, junto a éstos, uno más pequeño, el del acelerador. A la derecha del freno de mano estaba la palanca de cambios, una barra rígida de 60 centímetros que terminaba en una brillante perilla -bola- de color negro. La caja de cambios tenía tres velocidades, perfectamente definidas en una pretina con tres muescas, y una cuarta muesca para la marcha atrás; la cual, para poder introducir allí la barra del cambio era preciso accionar previamente una pequeña palanca que obstruía esta ranura, acto realizado con el tacón del pie derecho. Poseía tres frenos, uno sobre el diferencial, otro sobre los tambores de las ruedas y un tercero de zapatas. Las  ventanas no tenían cristales pero, como no alcanzaba gran velocidad, el aire no molestaba a los pasajeros.

Al principio, la Jardinera tuvo que luchar contra la ignorancia de los campesinos que no se atrevían a montarse en un carro sin mulas, e incluso se apartaban a las cunetas al notar su presencia. Por ello, para dar a conocer el nuevo sistema de transporte y las bondades del servicio, el Sr. Alexander invitó a las primeras autoridades de la Isla a una excursión hasta La Orotava, el 31 de mayo de 1902, y a que los ciudadanos viajaran gratis, motivo por el que se cree que la palabra guagua es una voz importada de Cuba, donde a los trabajadores les trasladaban gratis a las plantaciones de azúcar -de guagua-.

Cuando muere el Sr. Alexander (1905), la empresa la adquiere el madeirense Louis Gomes Camacho, quién amplia su flota para poder trasladar a sus clientes de los hoteles que tenían en Santa Cruz de Tenerife y Tacoronte.

Unión de Autobuses Urbanos: Guaguas Perreras

En 1912, el Sr. Camacho también comenzó a realizar el servicio urbano en Santa Cruz de Tenerife, incrementando su flota con siete nuevas Jardineras, pero,  cuando, en 1920, el Ayuntamiento autorizó la libre circulación de guaguas a cualquier propietario, surgieron otras empresas de transporte público: Carlos Hernández León, La Unión, La Línea, Carlos H. Hamilton, que, al agruparse, formarían la Unión de Autobuses Urbanos, o guaguas perreras, denominación surgida por el precio único del viaje en su recorrido dentro de la ciudad (una perra = 10 céntimos).

Cada guagua tenía su dueño, el cual solía ser el chofer y patrono del cobrador. Los pioneros fueron: Emilio Hernández (el pelado), Abel Perdomo, Marcos Rodríguez. Los hermanos Pajé (Pepe, Manolo y Chano Rodríguez Yanez, con su guagua "La Pepa"). Los hermanos Alonso Morín, José Carrillo, Carmelo Villa González, etc.

El Reglamento para su servicio, aprobado por el alcalde Santiago García Sanabria, el 25 de Febrero de 1926, obligaba a que los conductores y cobradores llevaran el aseo y compostura debidos, cubre polvo de color crudo, con boca mangas y cuellos azules y gorra de plato, en la que llevaban las iniciales S.P. (Servicio Público).

Además, los autobuses debían estar en perfecto estado de limpieza y conservación, tenían que estar inscritos en las oficinas municipales y el número de licencia obtenido debía ir pintado en el parabrisas, mientras que el rótulo con el nombre y el número de la línea lo llevaban en la parte delantera, sobre y en el centro de la capota, bajo un farol de 25x20 y alumbrado por éste.

Las primeras guaguas, de la marca FORD, sólo tenían 4 cilindros de potencia, lo que hizo que las denominaran “carracas”. Las puertas no tenían  hojas, y estaban situadas en los laterales traseros. Para que los pasajeros pudieran subir o bajar existían unos escalones en forma de estribos. Llevaban dos filas de asientos corridos -de varillas de madera- para 12 pasajeros, separados por un pasillo central. Años más tarde, los asientos eran de esterilla e iban colocados en pareja, correspondiéndoles una ventana de guillotina con dos aldabillas para subirlas o bajarlas.

El timbre era un hilo de cuero, sujeto al techo, que al tirar de él impulsaba un martillo que hacía sonar una campana invertida. Asimismo, pegado al techo, existía una barra cilíndrica de madera -pasamano- que servía para que se agarraran los que iban de pie.

Todas las guaguas llevaban los clásicos anuncios, a los que los pasajeros no hacían ningún caso: PROHIBIDO FUMAR, PROHIBIDO ESCUPIR EN EL SUELO,  PROHIBIDO DISTRAER AL CONDUCTOR.

La estación estaba en la explanada que se formó al derribar el castillo de San Cristóbal, en 1929, actual plaza de España. Luego pasaron a la plaza de La Candelaria y, desde 1950 a 1978, -año en que desaparecieron- en la avenida de Anaga, a la altura de Los Piragüitas.

El servicio comenzaba a las 6 de la mañana, en verano, y a las 6,30 en invierno, permanentemente hasta las 8 de la noche. A partir de esta hora, y hasta las 10 de la noche, quedaba reducido a una cuarta parte y se realizaba por turnos. Los que deseaban continuar después de las horas señaladas podían hacerlo con libertad de itinerarios y paradas.

Transportes de Tenerife SL: Exclusivas

El transporte público de pasajeros en esta provincia se encontraba en estado embrionario hasta que, en 1927, el Gobierno presidido por Miguel Primo de Rivera creó en España las Concesiones de Transportes de Pasajeros.

Debido a la repulsa con que se solía acoger toda iniciativa que llevara consigo la idea o fundamento de Monopolio, el pueblo tinerfeño recibió la Ley con cierta resistencia y hostilidad,  y las denominó con el nombre de "Exclusivas".

Por la citada ley, en el bienio 1931-1932, a los empresarios que pagaron el canon establecido les concedieron, a título de arrendamiento por diez años prorrogables, las siguientes líneas y trayectos: Santa Cruz-La Laguna: Hermanos Oramas y Díaz Llanos;  Santa Cruz-Puerto de La Cruz: Lorenzo Hernández y Hermanos; Santa Cruz-La Orotava: Salvador Reyes Martín; Santa Cruz-Granadilla: Domingo Figueroa y Alonso Martín; y, Santa Cruz-Güímar: Domingo Rosa (guagua blanca).

La reunión de las citadas concesiones en una sola empresa formaría: Transporte de Tenerife, sociedad fundada por los hermanos José, Leoncio y Antonio Oramas-Díaz Llanos; los hermanos Ismael, Domingo, José y Lorenzo Hernández; Alberto Camacho, etc. El presidente fue Leoncio Oramas-Díaz Llanos; el director gerente, Ramón Hernández Francés; el cajero Ángel Palazón Romero; y el jefe de servicios, Arturo Manrique.

Las guaguas llevaban pintado en sus laterales el emblema de la compañía, un escudo con la bandera de Tenerife y dos grandes T (roja y azul), superpuestas, en el medio de la Cruz de San Andrés.

En 1940, Transportes de Tenerife S.L. poseía una flota de 20 vehículos de  6 y 8 cilindros, con los que realizaba un servicio diario entre Santa Cruz y La Laguna, cada cuarto de hora, y con La Orotava y Puerto de la Cruz, cada media hora. Las salidas para Granadilla y Buenavista, eran a las 9 de la mañana y 2 de la tarde.

En 1948, los conflictos bélicos de carácter nacional e internacional hicieron que, ante la falta de cubiertas y piezas de repuestos, se trajeran doce guaguas de segunda mano con la cabina del conductor independiente del motor y de los pasajeros. Como eran de carrocería muy pesada, y a duras penas podían subir la empinada cuesta hasta La Laguna, el humor socarrón tinerfeño las apodó como "las mamá no puedo", estribillo de una canción muy conocida de la época.

En 1952, las imposiciones de los precios políticos hicieron que no se pudiera renovar ni ampliar el viejo parque de autobuses y que la empresa entrara en una grave situación económica.

A principios de los años 60, para responder a la demanda popular y poder terminar con la incompetencia ilegal de los coches piratas que se había desatado, se trajeron 120 unidades del famoso Micro  de 11 HP y 11 plazas.

En 1970, se trajeron los elegantes PULLMAN, con los que, aparte de los viajes regulares también se realizaban los discrecionales. Al finalizar el citado año, la empresa poseía 350 vehículos para el servicio de viajeros.

Las primeras Estaciones de Guaguas -a la intemperie- estuvieron en la plaza de Weyler  y en la plaza de España. En 1975 la pasaron a Tomé Cano, aunque los pasajeros las seguían esperando de pie bajo el implacable sol. Por fin, en 1981, se inauguró la primera Estación de Guaguas en la avenida Tres de Mayo, la cual sería ampliada y mejorada diez años más tarde y, desde el año 2006 cuenta con el moderno Intercambiador.

Los primeros talleres, instalados en la plaza de la Iglesia (Concepción),  se trasladaron, en 1933,  a la calle Libertad (Comandante Sánchez Pinto), frente a la plaza de Toros. En 1970 se mudaron al  polígono Costa Sur.

Las primeras cocheras se ubicaron en la finca de los Mascareños, en el camino Martí (calle Calderón de la Barca) y, en 1970, se trasladaron al polígono Costa Sur, junto con los talleres y oficinas.

Los "chóferes" eran muy queridos por los habitantes de los pueblos del interior dado que, aparte del exquisito trato que tenían con los pasajeros, se encargaban de traer y llevar los artículos de primera necesidad: medicinas, el saquito de papas, dinero para los estudiantes, recados, etc.

Los cobradores, con uniforme de color azul marino, corbata y gorra de plato, portaban en bandolera una enorme cartera de cuero, distribuida en tres departamentos, en los que llevaban la tablilla con los diversos tickets, y un lápiz bicolor con el que, para evitar la picardía de los usuarios, punteaban el billete, de rojo al subir hacía La Laguna y de azul al bajar.

El primer viaje salía de Los Naranjeros a las 5 de la mañana, durante el trayecto recogía a las gangocheras y lecheras de Las Mercedes y La Esperanza que iban camino de la recova de Santa Cruz. Como las lecheras, según orden del Gobernador Civil, no podían llevar los casos de leche dentro de la guagua y, a su vez, éstos no podían ir en la baca porque se derramaban, se habilitaron unos compartimentos en los laterales de las guaguas para su correcto traslado. Dado que la infinidad de bultos que transportaban los pasajeros iban en la baca o parrilla, situada en el techo de la guagua, a la que se accedía por una escalera fija, situada en la parte trasera, de la que se solían colgar la chiquillería y los que no podían pagar. El último viaje para La Laguna (11 de la noche) era conocido por los empleados como el "viaje de novios", dado que en él subían todos los jóvenes que venían a enamorar a Santa Cruz.

Los billetes Santa Cruz-Laguna costaban 1 peseta pero, enseñando el carné obrero, su precio se reducía a la mitad. Ante la competencia que ofrecía el tranvía, se ideó el viaje de ida y vuelta, al precio de 1,25 pesetas. También existía un billete abono para 10 viajes al precio de 8 pesetas. Para los trayectos largos, en 1960, comenzó a emitirse el Billete Kilométrico, de un año de duración, con el que se podían recorrer 1.000 Km. Era una especie de librito (5x13) formado por hojas fraccionadas en cupones de 5 Kilómetros, que eran cortados por el cobrador hasta completar, por exceso, el trayecto recorrido, recibiendo a cambio el ticket correspondiente.

Años más tarde apareció el Billete Abono para 50 viajes, entre Santa Cruz y La Laguna o viceversa, era una cartulina tamaño octavilla expedida a favor del interesado, compuesta por 50 números a su alrededor, que correspondían al mismo número de viajes, y que el cobrador taladraba con el "pica-pica" cada vez que lo utilizabas. Cuando subía el revisor o inspector lo volvía a taladrar con un sacabocados diferente.

Transportes de Tenerife S.L. dejó sus actividades el día 6 de junio de 1977, cincuenta años después de haberlas iniciado. Fue un final triste para una gran Empresa, porque los empleados estuvieron tres meses de huelga con encierros en las iglesias de La Concepción y el Pilar, y reuniones en la Casa Sindical. Durante esos tres meses no hubo transporte.

Transportes Interurbanos de Tenerife S.A. (TITSA)

La intervención del Estado (O.M. de 6 de junio de 1977),  formulando expediente de declaración de suspensión de pagos a la empresa de Servicio Público, titularidad de Transportes de Tenerife S.L., hizo que el Consejo de Ministros del 21 de diciembre de 1977, acordara que RENFE debería participar minoritariamente, junto con las Corporaciones Locales afectadas, en la constitución de una empresa para la explotación del transporte interurbano de viajeros por carretera en la isla de Tenerife.

Por ello, el 12 de enero de 1978, se constituyó Transportes Interurbanos de Tenerife S.A. (TITSA), con un capital social de 50 millones de pesetas, repartidos entre RENFE (85%) y el Cabildo Insular de Tenerife (15%).  Este  Real Decreto 53/1978 sólo obligaba a TITSA a prestar servicios interurbanos; sin embargo, debido a la crisis de la Unión de Autobuses Urbanos (Guaguas Perreras), a partir del 1 de enero de 1979, pasaría también a realizar el servicio urbano, mediante relación contractual con el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife y por el cual, durante diez años, se comprometía a garantizar el equilibrio económico de la explotación urbana.

En octubre de 1986, el Gobierno Autónomo compró el 85% de las acciones de TITSA (4 mil millones de pesetas), le vendió el 15% restante al Cabildo Insular de Tenerife, y pasó a ser su único propietario.

En el trienio 1996-1999, el Cabildo estableció un nuevo contrato-programa suscrito por el Estado, el Gobierno de Canarias y el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, por el que las distintas administraciones públicas aportaban 11.964 millones de pesetas para el sostenimiento de la compañía, de las que el Cabildo ponía el 19 % para los gastos de funcionamiento. En la renovación del convenio (2000-2003) las cantidades para financiar a TITSA obtuvieron un incremento del 11 por ciento. El Cabildo, al aumentar su cuota de participación al 50 por ciento (54 millones de Euros), se convirtió en la administración pública con más protagonismo, seguida del Estado (28 millones de Euros), el Gobierno Autónomo (10 millones de Euros) y el Ayuntamiento de Santa Cruz (10 millones de Euros).+

En la actualidad, TITSA la forman 1.500 empleados, de los cuales, 1.200 son personal de conducción, 250 de taller, y 100 de administración.

Este grupo heterogéneo y cualificado, desarrolla diferentes tareas, desde reparar y mantener las guaguas en perfecto estado, informar y comunicar de forma puntual incidencias y novedades sobre el servicio y la empresa, y transportar de forma segura a los ciudadanos por toda la geografía tinerfeña.

En la actualidad cuenta con estaciones de guaguas, talleres mecánicos y cocheras en los principales municipios de la Isla, y un gran edificio de oficinas y servicios centrales en Cuevas Blancas, Santa María del Mar.

El transporte de pasajeros lo lleva a cabo dentro del término municipal de Santa Cruz de Tenerife (líneas Urbanas) y  con los diferentes municipios de la isla (líneas Interurbanas).

Su flota, formada por 500 guaguas, perfectamente equipadas, la convierten en una de las más modernas de Europa, con una edad media que ronda los 9 años. Todos los vehículos llevan incorporados los últimos avances tecnológicos en materia de seguridad (sistemas de freno de última generación, protección en caso de vuelco, etc.); confort (aire acondicionado, etc.); y exigencias medioambientales, en particular aquellas que suponen menores emisiones de contaminantes a la atmósfera. Están adaptadas a los colectivos de discapacidad, para poder ofrecerles los sistemas más adecuados a sus necesidades.

Para apostar por el transporte limpio, y cumplir con los estándares Euro 6, utiliza combustibles sostenibles, lo que supone una elevada reducción en el consumo de combustibles fósiles y en la emisión de contaminantes.

En todas las guaguas se ha instalado el Sistema de Ayuda a la Explotación (SAE), en la que cualquier información que se registre durante el servicio puede ser atendida en tiempo real; con ello se mejora la seguridad, las comunicaciones del conductor con la central, y la información al cliente. También dispone de  Web móvil www.titsa.com, donde los viajeros pueden obtener la información del tiempo que falta para que pase la próxima guagua por su parada.

Están dotadas de una máquina expendedora de billetes, compuesta de teclado funcional y teclado de opciones. Es un ordenador programado para realizar diversas funciones a la que el conductor tiene que acceder con su clave, al iniciar y terminar el servicio. Los billetes que reciben los pasajeros llevan impresos el código del conductor y del vehículo; el servicio, línea y recorrido que realiza; la hora, fecha y número del billete. De la misma manera, las guaguas también están preparadas para el cobro con el teléfono móvil.

El Bono Bus, o Bono Vía tras la llegada del tranvía, comenzó  a utilizarse en 1998. Es de uso colectivo, válido para todas las líneas y trayectos, con descuentos del 50% en los viajes de más de 20 Km., y en los trasbordos. Su precio es de 15, 25, 50 Euros.  Para su utilización, la guagua lleva instalada una máquina canceladora de Bonos, en la que el viajero lo introduce. Cuando lo devuelve, aparecen impresas las siguientes claves: día, hora, código de la guagua, línea utilizada, parada inicial y final,  importe, y saldo. Próximamente, se establecerá la tarjeta sin contacto que sustituirá a los bonos.

José Manuel Ledesma Alonso, cronista oficial de Santa Cruz de Tenerife