150 años de la vuelta al mundo de Juan Bautista Antequera en un buque acorazado

Nacido en La Laguna, el 11 de junio de 1823, recibió el bautismo en la iglesia de La Concepción de Santa Cruz de Tenerife.

El 20 de septiembre de 1867 llegaba al puerto de Cádiz la fragata Numancia, primer barco blindado de la historia, capitaneada por Juan Bautista Antequera, después de haber dado la primera vuelta al mundo, cruzando los océanos Atlántico, Pacífico e Índico, surcado el estrecho de Magallanes y doblado el cabo de Buena Esperanza.

La Numancia, uno de los mayores barcos de guerra de su época, de 96,08 metros de eslora y 7.400 toneladas de desplazamiento, impulsado por una máquina de vapor con 10 calderas alimentadas con carbón, alcanzaba 12 nudos de velocidad; aunque también llevaba una hélice. Sus tres mástiles se cubrían con 1.800 metros cuadrados de aparejo de vela. Su dotación la formaban 590 hombres.

El 4 de febrero de 1865, a las órdenes de Méndez Núñez y Juan Bautista Antequera, como segundo Comandante, zarparon del puerto de Cádiz con rumbo a la Guerra Hispano-Sudamericana. El 13 de marzo llegaban a Montevideo, el 2 de abril cruzaban el estrecho de Magallanes, el 28 de abril entraban en Valparaíso (Chile), y el 5 de mayo se incorporaban a la Escuadra del Pacífico que les aguardaba en el Callao (Perú).

Como al llegar a Perú Méndez Núñez es ascendido a Brigadier y pasa a comandar la Flota, Antequera toma el mando de la Numancia, después de haber ascendido a capitán de Navío.

El 31 de abril de 1866 la escuadra española ataca la ciudad de Valparaíso, después de que Méndez Núñez le hubiese dado 4 días de plazo para abandonarla, y el 2 de mayo bombardean el Callao, ciudad que estaba bien protegida militarmente pues contaba con 94 cañones de gran calibre.

Terminadas las operaciones, el 11 de mayo, Méndez Núñez dividió la escuadra en dos divisiones. La primera se dirigió a Río de Janeiro, y la otra, en la que se encontraba la Numancia, regresó a España por la ruta del Pacífico.

La mayor parte de la travesía la hicieron a vela, con el fin de ahorrar carbón. Debido a que la marcha fue lenta y tediosa, entre la marinería comenzaron a surgir casos de  escorbuto y viruela; motivo por el que, el 8 de septiembre de 1866, hacían escala en Manila (Filipinas), con 110 enfermos a bordo. Durante su larga estancia, hasta mediados de enero de 1867 en que continuaron rumbo a España, después de haber doblado el cabo de Buena Esperanza, los buscadores de perlas desenrollaron más de 300 metros de cable que la fragata llevaba liados al eje de la hélice.

Por fin, el 20 de septiembre de 1867 llegaban al puerto de Cádiz, poniendo fin a un largo periplo de 2 años 7 meses y 6 días, siendo el primer barco blindado en dar la vuelta al mundo.

El acontecimiento fue celebrado con muchos homenajes. A los miembros de la tripulación les obsequiaron con una medalla que decía: “A los primeros que dieron la vuelta al Mundo en buque blindado. Fragata española de guerra Numancia. 4 de febrero de 1865–20 de septiembre de 1867”. En el barco se colocó una placa con una leyenda parecida.

Por esta nueva proeza, el 20 de junio de 1866, Antequera es ascendido al grado de Brigadier de la Armada y comienza a desempeñar altos cargos en la Administración Central.

Juan Bautista Antequera y Bobadilla, hijo de Juan Bautista Antequera García y María del Rosario Bobadilla y Peri, nació en La Laguna, el 11 de junio de 1823, siendo bautizado en la iglesia de la Concepción de Santa Cruz de Tenerife.

Antequera obtuvo plaza de Guardiamarina a los 15 años, realizando las pruebas de mar en el Arsenal de La Carraca, Cádiz. Embarcado en la fragata Isabel II participó en la guerra de los siete años, donde, por su destacada actuación le fue concedida la Cruz de la Marina de Diadema Real; asimismo, por el valor y pericia marinera demostrado en el bloqueo a las poblaciones sublevadas de Alicante y Cartagena (Murcia) recibió la Cruz de la Real y Militar Orden de San Fernando, de primera clase.

A los 21 años alcanzó el grado de alférez de navío y, con 27 años, fue ascendido a teniente de navío, siendo destinado al apostadero de La Habana, para impedir el paso de los contrabandistas. Al mando del bergantín Alcalá Galiano logró capturar un buque con 50 insurrectos, recibiendo por ello la Gran Cruz de la Real y Muy Distinguida Orden Española de Carlos III.

Ascendido a capitán de fragata, con 36 años, fue destinado a la guerra de África, dirigiendo la corbeta Villa de Bilbao participó en los combates de río Martín, Larache y Arcila, recibiendo la Medalla de la Campaña de África.

Al año siguiente se le concede el empleo de Coronel de Infantería de Marina y, con su corbeta Villa de Bilbao, acude al apoyo del Rey de las Dos Sicilias donde, por su eficaz actuación, es condecorado con la Encomienda de la Orden de Francisco I.

Desde 1862 a 1864 desempeñó el cargo de capitán del Puerto de Matanzas, en Cuba.

Por su participación en la Guerra hispano-sudamericana (1865-1867), al mando de la fragata blindada Numancia, le fue concedido la medalla del Combate del Callao y, como al resto de la tripulación, la medalla de Circunnavegación al mundo.

En 1868 fue nombrado Comandante en Jefe de las Fuerzas Navales del Mediterráneo.

En septiembre de 1870 ocupó el cargo de Vicepresidente del Almirantazgo, por lo que tuvo que desplazarse a Madrid para ejercer su cargo.

En marzo de 1871 es elegido Senador del Reino por la jurisdicción de Santa Cruz de Tenerife. Representándonos en las Cortes de 1871, 1872 y 1876.  En las de 1884 es nombrado senador vitalicio por Alicante.

Entre 1873 y 1875 residió en Manila, al haber sido nombrado Comandante General del Apostadero de Filipinas.

Ministro de Marina, desde el 1 de abril de 1877 al 24 de septiembre de 1878, y del 18 de enero al 19 de julio de 1884, se hizo acompañar de un grupo de gente joven con la que realizó una gran labor, pues instituyeron la Revista General de Marina, y realizaron la Colección Legislativa, Códigos de Señales de la Armada y de la Marina Mercante, el Reglamento de la Armada, los Sistemas de Semáforos para la Seguridad de la Navegación, etc. Por su labor, el Rey le ascendió al grado de Vicealmirante de la Armada, el 19 de julio de 1884.

En 1885 fue nombrado Presidente del Centro Técnico y Facultativo de la Armada.

El 16 de mayo de 1890, cuando se encontraba en el balneario de Alhama (Murcia), recuperándose de unas dolencias, le sobrevino la muerte, recibiendo sepultura en Cartagena. El  4 de septiembre de 1922, sus restos mortales fueron trasladados, en el cañonero Álvaro de Bazán, al Panteón de Marinos Ilustres, en San Fernando, Cádiz.

Además de las condecoraciones citadas, estaba en posesión de la Gran Cruz Blanca del Mérito Naval, de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo y de la Real Orden Americana de Isabel la Católica.

José Manuel Ledesma Alonso, Cronista Oficial de la Ciudad de Santa Cruz de Tenerife