250 años del monumento al Triunfo de la Candelaria en Santa Cruz de Tenerife

La obra escultórica fue modelada en Génova por Pascuale Bocciardo y sufragada por Bartolomé Antonio Méndez Montañés

La obra escultórica que simboliza la aparición de la Patrona de Canarias y la posterior conversión de los menceyes guanches, colocada en la plaza de la Pila (La Candelaria) de Santa Cruz en 1768, modelada en Génova con mármol de Carrara por el escultor Pascuale Bocciardo, fue sufragada por el hijo y vecino de Santa Cruz don Bartolomé Antonio Méndez Montañés, Síndico Personero (representante de los vecinos), Alcalde del Agua, Capitán del Regimiento de Forasteros, Castellano Perpetuo de la Fortaleza de Candelaria, Gran benefactor de la iglesia de la Concepción de Santa Cruz y del templo de la Virgen de Candelaria, comerciante y naviero de la carrera de Indias, dueño de una flota de barcos dedicados a la pesca en las costas africanas, impulsor de la primera industria relacionada con la mar, la de salazón de pescado en el barrio del Cabo, edificio que más tarde cedería para Lazareto.

Este personaje, de reconocida ilustración, crearía escuelas de primeras letras para erradicar el analfabetismo, pues de los 1.000 niños que había en Santa Cruz sólo 70 asistían a las clases que se daban en los conventos de Santo Domingo y San Francisco, y fundaría el primer museo de Santa Cruz, provisto de aparatos de física y de muchas curiosidades, entre los que había un microscopio comprado en Londres en 1754, esferas terrestres y otros instrumentos y objetos curiosos, la mayor parte de los cuales fueron pasto de las llamas en el gran incendio de 1784.

El monumento, de estilo neoclásico, aunque la Virgen tiene trazas góticas, está levantado sobre una base cuadrada, en la que descansa un soporte de forma octogonal, con volutas y finos adornos florales de mármol, que reciben una pirámide que corona el Triunfo de la Candelaria. En el soporte hay cuatro estatuas de mármol, de tamaño natural, que representan a los menceyes de Icod, Daute, Abona y Adeje. Medía 11 metros de altura y en 1775 ya estaba cercado con rejas, según la moda de las plazas decimonónicas. El costo de esta magnífica obra de arte ascendió a la suma de 150.000 pesetas.

En la base había cuatro puttis tallados en mármol, cabalgando sobre delfines. Estos niños desnudos y alados en forma de Cupido, que representaban las cuatro estaciones, fueron eliminados durante las obras de acondicionamiento que se tuvieron que realizar en 1825, debido a que, el 26 de marzo del citado año, unos oficiales de la fragata británica Boadicea rompieron a sablazos dos de estas esculturas y mutilaron otra. El putti que quedó sano se ubicó en el Parque García Sanabria, junto al monumento del Dr. Guigou, pero desconocemos cuál ha sido su paradero, pues ya no se encuentra allí.

En los cuatro laterales del prisma que soporta el obelisco podemos leer estas cuatro inscripciones:

a) Esta sacra pirámide se erige monumento de cristiana piedad para eterna memoria de la aparición de Candelaria, Imagen de María Santísima cuyo Sagrado busto adoraron en esta isla los gentiles, 104 años antes de la predicación del Evangelio.

b) Los conquistadores la aclamaron Patrocinio especial de Tenerife. Los isleños Patrona general de las Canarias. Su templo es frecuentado, sus milagros continuos. Adórala que es imagen de aquella Augusta Madre de Dios que por los hombres se hizo hombre.

c) Los regios sucesores de Tenerife, coronados de flores y trayendo por cetros majestuosos las áridas canillas de sus padres, reverenciaron oculto numen en esta santa imagen, vieron la luz de Dios entre las sombras, y la invocaron en todas sus conquistas.

d) A expensas y cordial devoción del capitán D. Bartolomé Antonio Montañés, castellano perpetuo del castillo real de la marina de Candelaria, año de Nuestro Señor Jesucristo MDCCLXXVIII, el 10 del Pontificado de Ntro. Ssmo. Padre Clemente XIII y el noveno de la proclamación en Madrid de Nuestro Católico Rey y Señor D. Carlos III.

Debido a que el escultor, al escribir el año, puso una X de más, hasta ahora se ha venido considerando el año 1778 como el de su inauguración, pero investigaciones de los profesores José Peraza de Ayala y J. Santos demuestran que había sido inaugurado diez años antes, el 8 de diciembre.

En 1863, el arquitecto Manuel de Cámara y Cruz, para darle más vistosidad al Monumento, cortó la pared del muro pegado al Castillo y colocó una escalinata con barandas que pavimentó con losas chasneras.

Por enésima vez, en 1965 el monumento volvería a ser objeto de vandalismo de los marineros ingleses. Esta vez derribando las esculturas y causando desperfectos en el rostro de uno de los menceyes; pero, aunque maltratado y falto de las figuras –puttis- que adornaban el pedestal, el Triunfo de La Candelaria sigue siendo un elemento escultórico de alto valor artístico; por ello, recientemente, un grupo de expertos europeos han llevado a cabo la restauración de la obra, sobre todo los rasgos faciales de las figuras.

Como el Triunfo de la Candelaria era el primer monumento escultórico que los viajeros encontraban al llegar al puerto de Santa Cruz, en la literatura de viajes encontramos interesantes relatos escritos por visitantes ilustres, dando fe del esplendor alcanzado por Santa Cruz en estos siglos.

En junio de 1799, Alexander von Humboltd, alemán de formación Universal, comenta: “Tiene un famoso monumento de mármol de Carrara, de treinta pies de alto, dedicado a Nuestra Señora de Candelaria”.

En noviembre de 1800, Gérard Milbert, naturalista y dibujante francés, relata: "En la plaza de la Pila hay un gran obelisco de mármol blanco, coronado con una imagen que representa la Virgen que tiene al niño Jesús en sus brazos. Otras cuatro figuras, también de mármol blanco, situadas en los cuatro ángulos, simbolizan unos reyes guanches coronados con laurel; cada una de estas figuras, en lugar de un cetro tiene el fémur de su antepasado más virtuoso. Ha sido encargado y ejecutado en Génova y su altura es de unos treinta piés (9,14 m). Se dice que este monumento quiere perpetuar una tradición relativa a un acontecimiento milagroso. Según esta tradición, hace 400 años, los reyes de Güimar fueron advertidos por unos pastores de la presencia de una mujer, cuyos rasgos radiantes anunciaban una divinidad, y se trasladaron al lugar indicado en Candelaria. Uno de los reyes, para comprobar si era una mujer o una diosa, tomó un cuchillo y se dispuso a cortarles los dedos; cual sería su sorpresa y dolor al comprobar que se había mutilado su propia mano. Otro, habiendo cogido una piedra para lanzarla contra ella, perdió de repente el uso del brazo".

En septiembre de 1826, Dumont D'Urbille, naturalista y explorador francés, escribe: "En la plaza más bella de las tres que tiene Santa Cruz, se encuentra la estatua de Nuestra Señora de Candelaria, sobre un obelisco de mármol blanco y, en cada uno de los cuatro ángulos del pedestal, se ven los cuatro últimos reyes de la nación Guanche que gobernaban antiguamente en la isla de Tenerife, con las sienes ceñidas de laurel, y en actitud de arrobamiento, elevando al cielo el hueso de un muslo humano. Una inscripción atribuye a la intervención de la Virgen la destrucción de aquel pueblo labrador y guerrero".

En noviembre de 1837, Willian Wilde, médico y escritor inglés, certifica: "La ciudad de Santa Cruz es limpia. En el centro hay una plaza bonita, la plaza de la Constitución. En ella está la célebre estatua de la Virgen de Nuestra Señora de Candelaria, de buena ejecución y de fino mármol de Carrara. Es conmemorativa de su aparición en 1932. No pude averiguar porque los cuatro reyes guanches que están situados como soportes del pedestal llevan cada uno un fémur en sus manos. Sólo uno de los reyes guanches disfruta de su nariz, las otras tres se pueden encontrar en la colección de curiosidades de nuestros guardias marina, quienes, como se podía esperar de esa gente, no podían dejar pasar la oportunidad de hacerse notar".

En septiembre de 1883, Olivia Stone, escritora irlandesa, resalta: "En la parte baja de la plaza hay un monumento erigido por los españoles para conmemorar su victoria sobre los guanches, gracias a la traición de cuatro reyes guanches. Está formado por una columna de mármol de Carrara, coronada por un Virgen y el Niño, en la base aparecen cuatro figuras de tamaño natural de los reyes traidores mirando hacia arriba. Bajo los reyes hay cuatro querubines".

José Manuel Ledesma Alonso, Cronista Oficial de la Ciudad de Santa Cruz de Tenerife