Buenos tiempos para la mala política

Publicado en 'La Opinión de Tenerife', el 2 de octubre de 2016

Corren malos tiempos para la política. O, mejor dicho, corren buenos tiempos para la política del regate corto, la del tacticismo, la de la estrechez de miras y rigidez de cintura; en definitiva, para la política pequeña. Este último año está siendo paradigmático de todo aquello que la política no debe ser: ombliguista, egoísta e ineficaz. La política se ha revelado como un problema para los ciudadanos, cuando debe ser precisamente lo contrario: una herramienta para dar solución a sus demandas de mayor bienestar y prosperidad.

Lo sucedido esta semana, tanto en  el ámbito estatal como autonómico, ayuda poco a resolver este grave problema. Más bien, todo lo contrario. Han sido días de creciente confrontación y alejamiento de posturas. Lo hemos visto en torno al Gobierno de Canarias –lo cual es malo para las islas– y también en el seno del Partido Socialista, cuya división suicida nos deja estupefactos. Sin entrar a valorarla, con las posturas que enfrentan a sus bandos, he de decir que no puedo alegrarme de la apertura de una crisis de tanto calibre en una formación política centenaria, cuyos miembros están obligados a anteponer los intereses del Estado, recuperando cuanto antes la estabilidad interna.

Toda esta crisis política ha explotado en un momento particularmente delicado, pues está comprometiendo la consolidación de la recuperación económica del país y provocando un enorme desconcierto institucional. La “eterna” interinidad del Gobierno de España afecta a todos los escalones de la administración pública. Comunidades autónomas, cabildos o diputaciones provinciales y ayuntamientos sufren hoy por hoy los efectos de un desgobierno cuyas consecuencias se multiplican cada día que transcurre en idéntica situación.

En el caso del Ayuntamiento de Santa Cruz, estamos –como todos– a expensas de la formación de un Ejecutivo que pueda desatascar política y técnicamente –en segundos, terceros o cuartos niveles de la Administración del Estado– muchos e importantes asuntos. Pero afortunadamente disfrutamos de una sólida estabilidad política fruto del acuerdo de gobierno que alcanzamos hace año y medio CC y PP.

Ese pacto –que marcha razonablemente bien– está siendo fundamental para dar cumplida respuesta a las demandas ciudadanas en aquellos aspectos que dependen exclusivamente de nuestro ámbito competencial, que no son pocos.

La estabilidad, además, constituye un factor decisivo para la confianza empresarial y para propiciar la inversión en el municipio, lo que redunda en la generación de empleo y la multiplicación de oportunidades para todos.

Tenemos un grupo de gobierno que funciona a pleno rendimiento,  cohesionado y sin que cuestiones de ámbito partidario le distraigan de su principal cometido: la defensa de los intereses de los vecinos de la ciudad.

Y así seguiremos. Por convicción y también por oportunidad, porque en un panorama  como el actual, en un clima tan enrarecido políticamente, esa estabilidad constituye un valor muy preciado en sí mismo.

Con la misma contundencia, todos debemos exigir un cambio de rumbo a nivel estatal que permita la pronta formación de un gobierno que evite al país el trance de unas nuevas elecciones  y que se ponga a trabajar ya  por todos los ciudadanos, entre ellos, los de Santa Cruz.

Ciudadanos que hoy siguen esperando por nuevas políticas de empleo, por el proyecto de la ampliación de la estación depuradora de aguas residuales; que aguardan a la financiación del proyecto de la nueva playa de Valleseco. Vecinos que necesitan un nuevo programa de rehabilitación de viviendas, que demandan mejoras en la playa de Las Teresitas o nuevas infraestructuras viarias.

Ciudadanos y administraciones que esperamos que la interinidad del Gobierno no sea lo único estable y permanente en la vida política española.

José Manuel Bermúdez Esparza