Celebración del 195 aniversario de la designación de Santa Cruz como capital de Canarias

El Ayuntamiento y la Tertulia Amigos del 25 de julio conmemoran el hecho en la plaza de San Francisco, ante el monumento a don José Murphy

El privilegio de “villa exenta”, concedido por la Corona en 1803 como consecuencia de la victoria, en 1797, sobre las fuerzas británicas, al mando del contralmirante Horacio Nelson, sería el origen del posterior engrandecimiento de Santa Cruz de Santiago de Tenerife pues, al llegar el primer periodo constitucional, en 1812, ya se había consolidado como cabecera administrativa de todas las islas, y se habían instalado la mayoría de las administraciones: Juzgado de Indias (1657), Junta de Fomento de Canarias, Servicio de Correos (1763), Junta de Sanidad (1787), etc.

Por tanto, en Santa Cruz ya se encontraban la mayoría de  las administraciones del Estado; es decir, la económica, la militar, la de marina y la civil.

Aunque en los años siguientes, los vaivenes políticos dieron lugar a destituciones y nombramientos de los responsables públicos; sin embargo, las nuevas autoridades venían a tomar posesión de su cargo en Santa Cruz.

El primer triunfo de Santa Cruz en pro de sus derechos de capitalidad -derechos que a nadie arrebató, puesto que no existía capitalidad hasta entonces- fue cuando el Capitán general se dio cuenta que en el artículo 3º del Decreto de formación de las Juntas Electorales, promulgado por las Cortes de Cádiz, decía que “el Capitán general de la provincia fuera el presidente de la Junta”. Lo comunicó al jefe superior político de la provincia (gobernador civil), quién a su vez lo trasladó al Ministro de la Gobernación, y éste a las Cortes, donde, el 18 de diciembre de 1812, se aprobó que el establecimiento de la Junta electoral fuese en Santa Cruz de Tenerife, quedando sin efecto las discusiones y dictámenes en los que se habían enfrascado los diputados canarios. Por tanto, cuando, el 30 de mayo de 1813, se celebraron las elecciones de diputados a Cortes, la Diputación Provincial se instaló en Santa Cruz, como cabecera de todas las islas.

Al quedar abolida la Constitución de Cádiz, en 1814, las Diputaciones provinciales  se disolvieron y se suprimieron los jefes políticos, encargándose de sus funciones los capitanes generales, quienes también recuperaban la presidencia de la Audiencia.

Cuando en 1820, se vuelve a proclamar la Constitución de 1812, el jefe político regresa a Santa Cruz, se nombra un nuevo capitán general, y se celebran elecciones a Cortes y a la Diputación.

Establecida la Diputación en Santa Cruz de Tenerife como órgano de ámbito provincial, el 22 de octubre de 1821, el Procurador Síndico del Ayuntamiento, don José Murphy Meade, es comisionado por la Corporación para que hiciera valer nuestro patrimonio en Las Cortes de Madrid, a donde viaja con el valioso legado preparado junto a un grupo de buenos patricios para que “nuestro embajador en Madrid” tuviera argumentos suficientes para defendernos. Legado que adornaban las cualidades y el espíritu de Santa Cruz y que como depositarios debemos conservarlo para que nunca se pierda.

El 22 de octubre de 1821 don José Murphy y Meade informaba a su ciudad natal del acuerdo que acababa de tomarse en las Cortes: Tengo la satisfacción de comunicar a V.S. Iltma, que las Cortes Extraordinarias, en sesión del 19 del corriente, se han servido designar a esa Muy Noble, Leal e Invicta Villa, por Capital de las Islas Canarias.

Tres meses después, el 27 de enero de 1822, se promulgaría la Ley que decía: Canarias.- Población: 215.108 almas.- Diputados: tres.- Capital: Santa Cruz de Tenerife.

Hoy, al evocar la memoria de aquellos hombres y rendirles homenaje, lo hacemos en la insigne figura de don José Murphy Meade, el político canario de más talla del siglo XIX que, a pesar de no ser diputado en las Cortes, supo desenvolverse perfectamente en un ambiente desconocido para él, en algunos casos hostil, llegando a desarrollar una ardua labor en busca de apoyos, realizando una laboriosa gestión personal de “diplomacia de pasillos”.

Por ello, a este luchador incansable, auténtico y principal artífice de la capitalidad única, que con su labor estableció el fundamento  espiritual de una ciudad nueva, ha merecido el título de “Padre de Santa Cruz”.

Don José Murphy Meade, nació en Santa Cruz de Tenerife, el 25 de febrero de 1774, en la calle de San Francisco, esquina a San Martín, y trasera a San Juan Bautista.

Miembro del Real Consulado de Canarias (1801), vocal de la Junta Suprema de Canarias (1808-1809), Diputado provincial (1813 y 1820) y, en la época que nos ocupa (1821), Procurador Síndico en el Ayuntamiento de Santa Cruz.

Cuando era Diputado a Cortes, firmó un documento en el que se dudaba de la salud del Monarca; por ello, y para evitar males mayores, se exilió a Méjico, donde pasó privaciones y penurias, muriendo en la mayor pobreza (1841) siendo enterrado en una fosa común en el cementerio de Guanajato.

El Excmo. Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife ha acordado, por unanimidad, conmemorar anualmente esta importante efeméride para que las nuevas generaciones santacruceras sean conscientes de la relevancia de su propia historia.

La ciudad, su ciudad, ha alzado en su honor este merecidísimo Monumento, en la plaza de San Francisco, cuya estatua lo representa triste y cabizbajo, camino del destierro.

En su base podemos leer: “Procurador síndico de este Ayuntamiento, obtuvo para su pueblo natal, la entonces Villa, Puerto y Plaza de Santa Cruz de Santiago de Tenerife, el título de Capital de la Provincia de Canarias. La Corporación Municipal en señal de agradecimiento a este hijo esclarecido".

José Manuel Ledesma Alonso, cronista oficial de Santa Cruz de Tenerife