Centenario del nacimiento de Lolita Dabán, comadrona de Santa Cruz de Tenerife

Gracias a su espíritu luchador, las madres y los padres pudieron contar con su ayuda en el momento más feliz e importante de una persona, la venida a este mundo

María Dolores Dabán de la Concha, Lolita Dabán, nacida en Madrid, el 25 de marzo de 1918, casada con José Juste Molina, profesor de Ciencias Naturales y  secretario del Instituto de Segunda Enseñanza de Santa Cruz, y fundador del colegio Tinerfeño Balear, situado en la calle Puerta Canseco, lugar donde formó a las primeras promociones de Practicantes Sanitarios (hoy ATS) que hubo en Tenerife. Tuvieron 4 hijos: María Isabel, Emilio, José Luis y María Dolores.

Al quedarse viuda, con tan sólo 27 años, decide, junto a su amiga Lala León, desplazarse a Cádiz y matricularse en la Escuela de Enfermería de la Facultad de Medicina, en la especialidad de Comadronas o Parteras, carrera que estudiaban exclusivamente las mujeres y que no existía en La Laguna.

Durante este tiempo, sus 4 hijos quedarían al cuidado de Holanda Hernández López, la cual actuaría como una madre con los niños. Esta decisión de dejarlos a cargo de esta señora, aunque los veía en las vacaciones escolares, no influiría en su buena educación, pues gracias a su  preocupación, entre ellos se generó una relación de cariño que duraría eternamente.

Después de estudiar los tres cursos de la carrera, con gran aprovechamiento, regresó a Santa Cruz de Tenerife, obteniendo la plaza de Comadrona en el Hospital Civil, lugar donde ejercería su labor durante 56 años, trabajo que realizó con espíritu de sacrificio y abnegación. En 1950 inauguró la sala de maternidad San Ramón Nonato. Su profesión la compaginaba asistiendo en la Clínica Llabrés, la Residencia Sanitaria y el  Ambulatorio de la Seguridad Social.

Además, atendía a las parturientas del barrio chicharrero del Toscal, bien en su domicilio familiar, sito en la calle La Luna, nº 8, o desplazándose a las casas particulares, a la hora que fuese.

Gracias a su espíritu luchador, las madres y los padres pudieron contar con su ayuda en el momento más feliz e importante de una persona, la venida a este mundo, pues esta profesional de la sanidad, acreedora de una vida ejemplar, con la amabilidad que la caracterizaba, siempre estaba dispuesta para asistir a las parturientas sin importarle el lugar, la hora, ni las condiciones climáticas adversas.

Con su talante afable, lograba una relación de confianza mutua con la parturienta, poniendo de manifiesto los valores humanos de ternura, afecto, comprensión y sensibilidad que en esos momentos se necesitan.

También se encargaba de lavar a la parturienta, arreglar el lugar donde iba a parir, prepararle la ropa, tanto aquella que necesitaba en el alumbramiento como después del mismo, a la vez que le daba consejos para una buena alimentación, reposo y moderación en los trabajos.

Al recién nacido lo recibía con ternura y frases amables, al tiempo que le cortaba el cordón umbilical. Su trabajo no terminaba aquí, sino que se prolongaba hasta el bautismo y la lactancia materna.

Además, conocedora de los escasos recursos de la gente, muchas veces lo hacía  de forma gratuita, sobre todo en los duros años de la post-guerra, logrando de esta manera que fuera muy apreciada y conocida en toda la ciudad, especialmente en el barrio del Toscal.

Por su abnegada labor y por los méritos contraídos durante su vida profesional, el Cabildo Insular de Tenerife le concedió la Medalla de Bronce, en 1962.

En el año 2003, el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife la nombró Hija Adoptiva, a título póstumo, por haber convivido entre nosotros durante 62 años y haber ayudado a venir al mundo a miles de chicharreros.

En el citado año, la Corporación Municipal acordó dedicarle una calle con su nombre en el barrio de Tincer, Taco, denominada Calle Comadrona Dolores Dabán.

Después de estar trabajando ininterrumpidamente 62 años, falleció el 20 de diciembre de 2002.

Por ello, nuestro cariño, recuerdo y admiración para estas profesionales que con su abnegación, esfuerzo y sacrificio dieron lo mejor de su trabajo para que se produjera "el milagro de la vida", reflejando el amor en su dedicación.

Lolita Dabán, en la calle La Luna, nº 8; Lala León, en la calle San Antonio, nº 50; María Andujar César, en la calle Callao de Lima, nº 6; Joaquina González Alonso, en la calle Carmen Monteverde, nº 38; Juana María Santana Gómez, en la calle Los Molinos, nº 9.

Así como a Rosalina Rodríguez, Nereida Mesa, Carmen Bello, Magdalena Hernández Albertos, Peregrina Pérez de la Cruz, etc.

También existían en Santa Cruz de Tenerife comadronas amañadas; es decir, mujeres con prácticas y condiciones para asistir un parto cuando no hubiese nadie que pudiese hacer esta labor; tal es el caso de Juanita, en el barrio de Regla, que además vendía pescado en la recova, Aguedita, que vivía en el barrio de Salamanca, etc.

Aquellos que cuando llegamos a este mundo tuvimos la suerte de contar con su ayuda, hoy queremos rendirle tributo poniendo de relieve el valor de estas primeras comadronas-parteras-matronas que, a lo largo de la historia, llevaron a cabo esta entrañable profesión -antes oficio- de sumo interés y necesidad social en nuestra ciudad.

Con la asistencia de varios concejales y amigos, la familia ha descubierto en su casa una placa conmemorativa.

José Manuel Ledesma Alonso, Cronista Oficial de la Ciudad de Santa Cruz de Tenerife