El Ayuntamiento concluye los trabajos de restauración de la Cruz de San Agustín

La iniciativa de la Concejalía de Patrimonio Histórico permitirá que la cruz luzca remozada mañana durante el paseo romero del Cristo de Paso Alto

La Concejalía de Patrimonio Histórico, que dirige la concejal Yolanda Moliné, ha concluido los trabajos de restauración de de la Cruz de San Agustín, ubicada en la confluencia de las calles La Marina y San Francisco, en el popular barrio santacrucero de El Toscal.

Moliné explicó que la rehabilitación ha terminado a tiempo para que mañana pueda lucir con todo esplendor durante la V Romería del Cristo de Paso Alto, que parte desde la cruz hasta el Museo de Historia de Canarias, en el cuartel de Almeyda.

Los trabajos dieron comienzo durante la segunda semana de agosto y han corrido a cargo de del ebanista Luis González, técnico superior de artes plásticas y diseño en técnicas de madera, que ha realizado la restauración partiendo de un examen de la obra junto a su debida documentación, para aplicar más tarde tratamientos de desinsectación y desinfección y la reintegración volumétrica de la pieza.

Posteriormente, se procedió a la protección preventiva ante insectos y microorganismos, antes de aplicar una protección final mediante barnizado o pintado, de acuerdo a criterios técnicos.

La restauración se ha completado con la estabilización de la pieza, a través del correcto montaje y ajuste de elementos para su estabilización final.

La historia de la Cruz de San Agustín se remonta al menos al siglo XVIII cuando formaba parte de la fachada de un hospicio. Cuando cerró el hospicio en 1797, informa el cronista oficial de la ciudad, José Manuel Ledesma, la Cruz se conservó en lugar cercano al original y que en algún momento incluso dio nombre al barrio, conocido por aquel entonces como barrio de la Cruz de San Agustín.

En 1836 se ensanchó la calle de la Marina desde su inicio, lo que propició un mejor acceso, hasta el punto de que llegó a ser muy concurrida y popular la fiesta que en su entorno organizaban los vecinos los días 2 y 3 de mayo, enramado, puestos de turrones y verbena.

En 1908, Felipe Poggi, en nombre de la comisión de fiestas del barrio, pidió al Ayuntamiento la cesión de una parcela para construirle una pequeña capilla a la Cruz, pero el influyente Tomás Clavijo y Castillo, cuya vivienda estaba inmediata, se opuso y todo quedó en nada. Finalmente, la Cruz se rescató y fue colocada en un jardín, muy cerca de su emplazamiento original, sito en la confluencia de las calles de La Marina y San Francisco, mirando a la glorieta del arquitecto Marrero Regalado.