El Ayuntamiento de Santa Cruz y los comerciantes del Rastro acuerdan esperar a que se den las condiciones adecuadas para reabrir

Servicios Públicos había buscado alternativas para la vuelta del mercadillo el 31 de mayo, cumpliendo con la fase 2, pero los comerciantes prefieren aguardar al regreso de las condiciones previas al confinamiento

El Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife se ha comprometido con el Rastro a esperar a que se den las condiciones que había antes del estado de alarma para que este mercadillo vuelva a abrir al público. Aunque el Área de Servicios Públicos planteó hasta tres alternativas que permitirían su vuelta, el sentir mayoritario de los comerciantes era que preferían mantener el cierre si no podían retomar el Rastro en el mismo lugar, el entorno de la avenida José Manuel Guimerá, y con el mismo número de puestos. Así, tras una conversación mantenida por el concejal de Servicios Públicos, José Ángel Martín, con la presidenta del Rastro, Carmen Tejera, se ha decidido respetar la voluntad de los vendedores.

Martín aclara que “comprendemos la situación de muchos comerciantes del rastro los cuales, antes que reabrir en unas condiciones distintas, han preferido esperar y que el servicio que prestan vuelva de la forma a que sus usuarios están acostumbrados”. Para el edil, “lo importante en un caso como este es consensuar las decisiones, ya que hablamos de un colectivo muy importante, de casi 630 puestos”.

El Área de Servicios Públicos había estado trabajando en tres posibles alternativas para albergar el Rastro cumpliendo el control de aforos y la reducción de puestos disponibles a los que obliga la fase 2 de la desescalada y que se pudiese reabrir desde el domingo 31 de mayo. El concejal responsable del mercadillo explica que “en la ubicación tradicional es imposible reabrirlo por ahora, ya que no hay capacidad para controlar aforos ni accesos”. Por ese motivo, desde la pasada semana se estaban buscando espacios que pudieran albergar el rastro provisionalmente.

Las alternativas que se habían planteado eran el solar de la antigua estación de guaguas, donde se instala la feria en Carnavales; los aparcamientos anexos al Puerto a la altura del Cuartel de San Carlos; o la explanada del Parque Marítimo. “Cualquiera de esos tres emplazamientos permitían establecer una entrada y una salida, para que el aforo estuviese controlado, además de que no estaban muy lejos de su localización tradicional y se encuentran disponibles para su uso inmediato”, añade.

Otra de las cuestiones a las que obligaban las condiciones de la fase 2 de la desescalada era tener un número menor de puestos. Esta medida, que los comerciantes prefirieron no aceptar, hacía que se tuvieran que reducir a unos 180 los puestos, de los casi 630 que existen. La propuesta municipal en este caso consistía en establecer un sistema de turnos, similar al que ya se aplica con otros colectivos, como el de los taxistas.