La alcaldesa de la capital tinerfeña pone el municipio de Santa Cruz a disposición del artista efímero Freddy Chalk

Patricia Hernández y el artista urbano conversaron animadamente sobre el malentendido que se volvió viral este fin de semana, después de que el propio Chalk borrara su obra del suelo de la plaza del Príncipe al terminarla, tal y como hace siempre con todos sus trabajos plasmados en tiza pastel.

La alcaldesa de Santa Cruz de Tenerife, Patricia Hernández, celebró esta mañana un encuentro con el artista Freddy Chalk al que también asistió la responsable de Cultura del Ayuntamiento capitalino, Matilde Zambudio, así como el edil de Seguridad Ciudadana, Florentino Guzmán Plasencia.

En un ambiente muy distendido, Patricia Hernández y Freddy Chalk hablaron del malentendido que ha generado que el propio artista de origen italiano borrara una impresionante copia de la obra, “El señor de la columna” de Caravaggio tras darla por concluida.

Chalk trasladó a la regidora municipal que es un hábito propio del arte efímero y que una vez que está la obra terminada, y que puede ser pasto de las pisadas, la lluvia o el viento, la borra “para que algo tan bello no se convierte en un borrón sucio”.

En este sentido, tanto la alcaldesa como la responsable de Cultura, Matilde Zambudio, trasladaron a Freddy Chalk la idea de abrir vías destinadas a que este tipo de arte que ha encontrado tanto respaldo entre la población chicharrera no sea tan efímero sino que pueda consolidarse y forme parte de las calles chicharreras de forma permanente.

La propuesta ha entusiasmado al artista, puesto que trasladó a los miembros de la corporación presentes en el encuentro que la ciudad Santa Cruz, tiene unas “condiciones únicas” para el arte urbano.

Por su parte Florentino Guzman y Chalk bromearon sobre el malentendido de que fuera Policía Local la que borrara la pintura e incluso instantes después, el artista de origen italiano aclaró que él sabía que era una equivocación y que los agentes no tenían nada que ver, puesto que durante las más de 20 horas que le llevó terminar “El Señor de la columna”, numerosos policías pasaron por allí y no solo no llamaron la atención sino que además le hicieron gestos de aprobación como guiño de ojos o pulgares hacia arriba.