La sede del Cabildo Insular de Tenerife, declarada Bien de Interés Cultural

Obra del arquitecto José Enrique Marrero Regalado, el edificio fue construido entre 1935 y 1940

El Palacio Insular, sede del Cabildo de Tenerife, cuenta desde el pasado 14 de agosto con el título de Bien de Interés Cultural en la Categoría de Monumento, al ser considerado uno de los edificios más emblemáticos de Santa Cruz e icono del Archipiélago por su valor arquitectónico, técnico, artístico y social.

Esta declaración, otorgada por el  Gobierno de Canarias, lo preserva del ambiente urbano más inmediato frente a futuras obras que puedan generar impactos perjudiciales pues, al contemplar su exterior, el espectador puede recrearse en una obra en la que el arquitecto José Enrique Marrero Regalado (Granadilla, 1897- Santa Cruz de Tenerife, 1956) en una magistral exhibición de su capacidad profesional, derrochó todo su extraordinario dominio del lenguaje clásico, su excepcional sentido de la proporción y el equilibrio, su enorme sabiduría compositiva y toda su refinada sensibilidad en todos los detalles existentes en las portadas, escudos, volutas, etc.

La protección se complementa con los murales de José Aguiar (Cuba, 1895-Madrid, 1976), los tres paños de vidrieras policromadas y el reloj de la torre.

Los murales de José Aguiar, obra plástica declarada BIC en 2011, recubren las paredes del Salón Noble, abarcando una superficie de 200 metros cuadrados, con escenas que evocan las tareas y costumbres de los antiguos pobladores del Archipiélago. Los tres paños de vidrieras policromadas, fabricadas por la empresa Maumejean, en Alcalá de Henares (Madrid), presiden la marmórea escalera imperial de acceso a las dependencias de la Corporación Insular representando escenas cotidianas de la cultura de Tenerife. El reloj de la torre, fabricado en Burgos en 1951, con la peculiaridad que se sincroniza de forma constante debido a los contrates de temperatura y la cercanía del mar, de sus siete campanas de bronce, la mayor la utiliza para dar las horas, mientras que las otras seis, más pequeñas, sirven de carrillón a la melodía del Tajaraste, en los cuartos de hora.

El Cabildo Insular de Tenerife, constituido el 16 de marzo de 1913, en aplicación de la Ley de Cabildos de 11 de julio de 1912, tuvo su primera sesión en los salones del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, instalándose luego en una casa situada en la confluencia de la avenida 25 de Julio y la calle Numancia. Años más tarde se trasladaron a la calle Alfonso XIII (calle del Castillo), donde permanecerían hasta que, en 1934, su presidente Maximino Acea encargó al arquitecto de la institución, José Enrique Marrero, la redacción de un proyecto de edificio en los terrenos que habían adquirido dando frente a la Avenida Marítima y a la explanada resultante del derribo del Castillo Principal de San Cristóbal. La obra se llevó a cabo entre 1935 y 1940.

En la primera propuesta que presentó Marrero la construcción aparece alargada de Este (mar) a Oeste (interior), abarcando todo el tramo entre la Avenida Marítima y la calle General Gutiérrez, erigiéndose en la edificación más representativa y dominante del entorno urbano, cuyo impacto visual y espacial hubiera resultado espectacular puesto que su fachada la concebía como una colosal puerta de la ciudad.

Sin embargo, el proyecto de ordenación de la zona, firmado por el arquitecto municipal José Blasco y el propio Marrero, como arquitecto de la corporación insular, que contenía la apertura de una nueva vía (Bravo Murillo) entre la Avenida Marítima y la calle General Gutiérrez, truncaría su primitiva intención obligándolo a emplazarlo en sentido longitudinal de Norte a Sur, a lo largo de la Avenida Marítima.

Esta nueva disposición hizo que el frente a la plaza lo conforme uno de los lados menores del rectángulo, transformándolo en la fachada principal, la cual se articula en dos planos; uno retrasado, que contiene el torreón de la esquina NO y la gran torre en la SO que conforma una planta rectangular con el resto del edificio, mientras que el otro se adelanta para  destacar su función de cuerpo principal de acceso.

En esta fachada se encuentra la triple puerta de entrada, cobijada por un atrio adovelado de cinco huecos frontales sobre un pórtico con siete arcos, en los que se estructuran cuerpos a base de columnas de orden toscano, separadas por ventanas que dan paso al arquitrabe y al friso, donde se lee la denominación del organismo “Cabildo de Tenerife”, acabando en varios vanos y la cornisa, donde se encuentra el emblema heráldico de la Corporación, ubicado en un muro macizo en medio de balaustradas. Inscrito en piedra, también se aprecia el apellido del arquitecto de la obra, "Marrero”.

La composición común a todas las fachadas del edificio se concreta en un gran basamento que abarca en altura la planta baja, sobre el que se dispone el cuerpo principal dominado por el orden monumental con su rotundo entablamento, que salva tres plantas; y finalmente un ático superior rematado por un antepecho abalaustrado. Las esquinas están rematadas por sendos torreones calados con composición tronco piramidal escalonada, a excepción del de la esquina SO, ocupada por la gran torre que salva no menos de cinco plantas sobre el ático, más el cuerpo de coronación resuelto con la misma filosofía que los torreones pero con mayor número de  escalones y con la generosidad que le permite el mayor ancho de la torre, consecuencia lógica de su equilibrada esbeltez.

A pesar de la presencia e insistencia de elementos verticales tales como el orden gigante, los cuerpos de esquina y, en particular la monumental torre y su coronación, la lectura del edificio es manifiestamente  horizontal tanto en las dos fachadas más largas que dan a la Avenida Marítima y Bravo Murillo, como en la del costado sur al pasillo intermedio con la antigua Delegación de Hacienda que prolonga el mismo diseño y contribuye a la horizontalidad del conjunto, pero no en la principal en la que Marrero para enfatizar su protagonismo, juega adelantando el cuerpo central para destacarlo, rompiendo la continuidad del plano de fachada y con ello su lectura horizontal en aras de una verticalidad significativa, a la que colabora de forma decisiva la gran torre, en el ángulo que forma la plaza con la avenida, señalando de forma inequívoca su presencia al exterior (mar) y al interior (ciudad), destaca la presencia del reloj y la iluminación nocturna interior a modo de faro.

En las otras dos fachadas laterales, una está presidida por una doble puerta (Bravo Murillo) y la otra por una puerta sencilla (Avenida Marítima), no faltan sobre las cornisas de remate de éstas las volutas enroscadas hacia adentro y el macizado y resaltado del elemento central de la balaustrada de coronación, con la presencia de escudos siempre diseñados con exquisitez.

A lo largo de los años, sus instalaciones han sido ocupadas por diferentes entidades ajenas al Cabildo. Así, fue residencia del Gobernador Civil, sede de Iberia, de la Junta Provincial de Propaganda, de la Junta Administrativa de Obras Públicas y del Distrito Minero y, durante muchos años, el edificio contigo, de similares características arquitectónicas, aunque separados tres metros, fue ocupado por la Delegación de Hacienda. También albergó (1958-1990) al Museo Arqueológico de Tenerife -entrada por Bravo Murillo-  hasta su traslado al antiguo Hospital Civil.

José Manuel Ledesma Alonso, Cronista Oficial de Santa Cruz de Tenerife

Bibliografía: Estudio de la fachada del Cabildo Insular de Tenerife. Sebastián Matías Delgado Campos (2009)