Recuerdo y resiliencia

Publicado en 'La Opinión de Tenerife', el 2 de abril de 2017

En una semana como la que hoy concluye, no puedo empezar sin el recuerdo emocionado de los vecinos que un 31 de marzo de 2002 perdieron la vida en el episodio más triste de la historia reciente de la ciudad.  Aquellas lluvias torrenciales dejaron mucho dolor en Santa Cruz y, ahora, cuando se cumplen 15 años de la tragedia, quiero honrar desde esta tribuna la memoria de las víctimas y ofrecer el afectuoso y sincero abrazo del pueblo chicharrero a sus familiares y amigos.

El 31-M, que me tocó vivir en primera persona en el barrio de Valleseco, dejó un reguero de dolor en Santa Cruz y la pérdida irreparable de vidas humanas, pero también el mayor ejemplo de coraje y solidaridad de los chicharreros ante la fuerza desatada de la Naturaleza. A nivel individual y colectivo, el pueblo de Santa Cruz demostró su grandeza, tendiendo la mano a quien lo necesitó, y contribuyendo a la recuperación de la normalidad en una ciudad prácticamente arrasada por las inundaciones.

Quiero recordar también a los integrantes de todos los cuerpos de Seguridad, de Emergencias y de Protección Civil, que arriesgando sus propias vidas, se dejaron la piel en las tareas de auxilio a la población. También a los operarios municipales y de otras administraciones, que trabajaron a destajo para el restablecimiento de los servicios básicos desde aquella misma tarde.

Las lluvias dejaron al descubierto la fragilidad de determinadas infraestructuras y, si bien es cierto que poco se puede hacer ante un fenómeno de carácter torrencial, desde aquel momento se ha venido trabajando en distintas obras para mejorar la capacidad de resistencia de la ciudad ante avenidas similares.

Es esta una de las líneas prioritarias en materia de inversión pública del Ayuntamiento, que se venido concretando desde 2002  en numerosas obras  de corrección hidrológica, de mejora de recogida de aguas pluviales o de mejora de la infraestructura hidráulica.

La inversión para la disminución del riesgo de inundaciones en el municipio ha superado los 42 millones de euros hasta la fecha. Y para este mismo 2017 prevemos invertir 3,5 millones, cantidad que los próximos tres años ascendará, como poco, a 18 millones.

Se trata de una política basada en una planificación minuciosa de las actuaciones  y que permitirá, cuando finalicen los proyectos en 2020, tener una ciudad mejor preparada para afrontar episodios potencialmente peligrosos, en la medida que cualquier obra humana pueda hacerlo, ya que nunca se puede garantizar el riesgo cero.

La ciudad sufre cada cierto tiempo embates meteorológicos que, afortunadamente, no han tenido las trágicas consecuencias del 31-M, pero que sí nos obligan a no bajar la guardia. En la medida que las infraestructuras estén mejor diseñadas y acabadas, más efectiva será la defensa de los bienes y las personas.

Y mejor será nuestra resiliencia, el término que ahora mismo define el conjunto de medidas que se pueden adoptar en el ámbito urbano para hacer frente a impactos que alteran la vida de las ciudades, a distintos niveles.

José Manuel Bermúdez Esparza