Vida y obras de don Juan Negrín Viña, sacerdote tagananero

Como reconocimiento a la labor desarrollada en su localidad natal, el Ayuntamiento le dedicó en 1968 una céntrica calle del pueblo

Juan Negrín Viña nació en Taganana, Santa Cruz de Tenerife, el 8 de noviembre de 1907. Sus padres, Juan Negrín López y Ermesinda Viña Manrique, agricultores, tuvieron cuatro hijos: Juan, Severina, Catalina y José.

Desde pequeño destacó por su bondad, y en sus juegos ya se le presumía que algún día llegaría a ser sacerdote, pues se entretenía en una pequeña iglesia que había construido detrás de su casa, donde realizaba procesiones con los santos que había modelado con barro, acompañado de sus amiguitos.

Aunque su padre quería que fuese militar, después de realizar los estudios primarios en la escuela pública de Taganana, a la edad de 13 años ingresó en el Seminario Conciliar del Obispado de Tenerife, realizando con gran aprovechamiento los primeros cursos de Latín y Humanidades; por ello, cuando tenía 17 años, sus superiores lo enviaron al Colegio Pontificio Hispánico de Roma (1924-1926), donde estudió Lógica, Metafísica, Lengua Hebrea, Cosmología, Psicología e Historia de la Filosofía, obteniendo en esta última la calificación de Cum Laude. En 1948, obtendría la Cátedra de Filosofía por la Universidad de Estudios Eclesiásticos, lo que le facultaba para impartir esta materia a los cursos superiores del Seminario, del que era Vicerrector.

Recibió la ordenación sacerdotal de manos del Obispo de Tenerife, Fray Albino González y Menéndez-Reigada, el 21 de marzo de 1931, celebrando su primera misa el 9 de abril, en la parroquia de Nuestra Señora de las Nieves de Taganana. Luego desempeñaría su labor sacerdotal en las parroquias de San Andrés, Garafía (La Palma), San Miguel de Abona, Tacoronte, Tejina y Santo Domingo, en La Laguna. También desempeñó los cargos de Coadjutor, en la Iglesia de la Concepción de Santa Cruz de Tenerife; Beneficiado y Maestro de Ceremonias, en la Santa Iglesia Catedral de La Laguna; Examinador Sinodial y Juez Prosinodial del Obispado. Además, por sus relevantes méritos fue nombrado Canónigo de la Santa Iglesia Catedral de La Laguna, en 1958. Según me cuentan sus sobrinas, María, Margarita y Marí Nieves, jamás llevó en su sotana los botones rojos, preceptivos en la condición de Canónigo, lo que nos da a entender que, como gesto de humildad, no usaba este símbolo de categoría eclesiástica.

En 1940 fue nombrado profesor de Religión de la Escuela del Magisterio masculino “Padre José de Anchieta”, establecida en la calle Nava y Grimón nº 18, de La Laguna, edificio convertido en hotel. En 1950, siendo Director, para evitar que cerraran el Centro por falta de alumnos, pues sólo habían matriculados tres en cada curso, se dirigió al Presidente del Cabildo Insular, Gobernador Civil y a los Ayuntamientos de la Provincia, solicitándole ayudas económicas para sufragar la pensión, viajes, libros de texto y la matrícula de aquellos que querían ser Maestros pero que sus familias no poseían medios suficientes para sufragar estos gastos.

Con el fin de buscar futuros maestros, visitó, en guagua, los pueblos de la Isla, sobre todo aquellos donde había academias que impartían clases de bachillerato por enseñanza libre pues, en esos años sólo existían los Institutos de Enseñanza Media de La Laguna y Santa Cruz. El éxito obtenido con esta campaña de captación de alumnos fue tan grande que, en el curso 1952-53, ya estudiaban Magisterio 85 varones y 202 mujeres. Por ello, como el inmueble antes citado no reunía las mínimas condiciones de habitabilidad para albergar tantos alumnos, consideró que se deberían construir dos edificios para las Escuelas del Magisterio masculina y femenina con sus correspondientes graduadas anejas, capilla, salón de actos y campo de deportes, logrando que el Ayuntamiento de La Laguna donara un solar de 5.000 metros cuadrados, motivo por que se puso en contacto con Ministro de Educación Nacional, en Madrid, logrando, en 1953, su construcción por parte del Estado de las Escuelas del Magisterio de La Laguna con sus correspondientes Graduadas Anejas, siendo inauguradas, el 10 de octubre de 1958, por el director general de Enseñanza Primaria, en la calle Heraclio Sánchez de La Laguna, cuya matrícula alcanzaba ya los 271 alumnos.

La iglesia de Taganana, dedicada a Nuestra Señora de las Nieves, levantada en 1509 por los primeros habitantes, debido a la calidad de los materiales empleados en su edificación y a los elementos que en las ampliaciones se utilizaron (1674 y 1728), comenzó a presentar un inminente estado de ruina en 1747, al rendirse la puerta principal y, en 1804, cuando hubo que apuntalarla para reparar la techumbre; pero, sería, en noviembre de 1957, cuando se desplomaron las vigas del techo.

La falta de criterios llevados a cabo en la reconstrucción, por el entonces párroco, don Isidoro Cantero, daría lugar  a que, el 10 de julio de 1958, el Obispo don Domingo Pérez Cáceres ordenara la paralización de los trabajos, nombrando a don Juan Negrín Viña, como Delegado Diocesano de la Junta Pro-Reconstrucción de la Iglesia. Junta formada por 16 vecinos, con el asesoramiento del arquitecto don Félix Sáenz Marrero.

Para poder comenzar las obras de reconstrucción del Templo, el 6 de marzo de 1959, don Juan Negrín solicita ayuda económica al Ministro de la Vivienda, en Madrid quién, tres años más tarde, le otorgaría 1.532.128 ptas. Como esta subvención era insuficiente, la Junta acordó recurrir a la suscripción popular, para ello imprimieron un boletín para recaudar fondos entre los fieles de las parroquias de toda la Diócesis. Con las cantidades recaudadas, en septiembre de 1959, comenzaron las obras, consistentes en reedificar los muros de las fachadas y del lado de la Epístola. En marzo de 1960, ya se había techado el Templo, reproduciendo el artesonado con tea y barbusano. Parte de esta madera fue donada por el Ayuntamiento de Santa Cruz, pero como aún se necesitaba más tea, don Juan Negrín se desplazó, en guagua, hasta La Orotava, donde un caritativo señor le regaló la madera que necesitaba. Madera que el camión dejaría en el Bailadero y, desde allí, fue bajada a hombros por todos los vecinos del Pueblo. En noviembre de 1961, sólo faltaban 16.000 tejas para cerrar el techo y, una vez más,  don Juan tuvo que tirar de sus amistades para conseguirlas.

Durante este tiempo, es digno de admiración el enorme entusiasmo que pusieron los habitantes del Pueblo, acudiendo en masa, ante la llamada espiritual de su convecino, don Francisco Picar, cuando -primero con un embudo de su bodega y luego con un megáfono- les despertaba diciendo: “Tagananeros, levántense, que la Virgen de las Nieves no tiene Casa”. Una vez reunidos en la plaza, los vecinos bajaban a la playa de Tachero, para luego subir cargados con sacos de arena, formando interminables colas. Colas que se llegaron a  denominar: “la cruzada de la arena”. De la misma manera, cuando los transportistas dejaban en el Bailadero los materiales de construcción, madera, tejas, etc. subían a buscarlos para  luego bajarlos a hombros por aquella empinada vereda.

En la visita que, el 11 de julio de 1962, realizó la Comisión Diocesana de Arte Sacro, certificaría que el Templo está reconstruido con exquisito gusto y que su armonía arquitectónica respeta escrupulosamente la anterior estructura, destacando su majestuosidad y  riqueza artística. El 5 de agosto de 1965, la iglesia de Ntra. Sra. de las Nieves quedaba habilitada para el culto.

Durante cuatro siglos, para poder salir o llegar a Taganana había que  hacerlo a pie, por el camino de Las Vueltas –tantas como días tiene el año- que realizaron los maestros azucareros para poder llevar la producción hasta el Muelle.

En 1915, el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife lo declara de utilidad pública y, todos los años, comienza a solicitar a Madrid que fuese incluida en los Planes Generales de Carreteras. Por fin, en 1932, se iniciaron las obras entre San Andrés y Taganana, llegando a la boca del  túnel en 1943, año en que quedaron interrumpidos los trabajos. El 4 de agosto de 1960, el Alcalde de Santa Cruz de Tenerife, don Joaquín Amigó de Lara, le comunica a don Juan Negrín que la carretera de Santa Cruz a Taganana ha quedado incluida entre las obras del “Plan de Urgencias”, comenzando el ensanche y archetado del túnel y la ejecución de la carretera desde el Bailadero hasta el Pueblo.

Estos incansables trabajos para potenciar su pueblo natal –Taganana-, mermaron su salud, falleciendo en Santa Cruz de Tenerife, el 13 de diciembre de 1967, a la edad de 60 años. Su muerte causó la más penosa impresión en todos los sectores sociales, entre los que el finado gozaba de la más sincera estimación, por su espíritu bondadoso y elevadas dotes de apostolado. En las honras fúnebres, celebradas en la Catedral de La Laguna, estuvieron presentes sus familiares y amigos, acompañadas de todas las autoridades civiles, militares y religiosas. El cortejo fúnebre, que transcurrió a través del Monte de Las Mercedes hasta Taganana, donde fue inhumado en la parroquia de Ntra. Sra. de las Nieves, estuvo acompañado de multitud de personas de todas las categorías sociales.

Como reconocimiento a la labor desarrollada en su pueblo natal, el 18 de julio de 1968, el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, a propuesta del concejal don Joaquín Guerrero González, le puso su nombre a una céntrica calle de Taganana. También, el Ayuntamiento de La Laguna, a propuesta de su Secretario, don Santiago Negrín López, le dedicó una calle en el bario del Coromoto.

Desde estas líneas queremos reconocerle todo lo que hizo de una forma honesta, con verdadero espíritu de sacrificio y sobreponiéndose a dificultades de todo tipo, pues es conveniente recordar las condiciones en las que se vivía en Canarias en aquella época.

José Manuel Ledesma Alonso, Cronista Oficial de la Ciudad de Santa Cruz de Tenerife