130 años de la estancia del botánico Víctor Jacquemont en Santa Cruz

El Museo de Historia Natural de París le encomendó viajar por el mundo recolectando plantas para el jardín botánico real de Haití

Venceslas Víctor Jacquemont nació en París, Francia, el 8 de agosto de 1801.

Estudió medicina, interesándose luego por la botánica. Sus primeros viajes lo llevaron por Europa. Al tener una constitución ligera, era capaz de vivir con una dieta muy escasa.

El Museo de Historia Natural de París le encomendó viajar por el mundo recolectando plantas para el jardín botánico real de Haití, donde su hermano era cónsul de Francia.

El 26 de agosto de 1828 zarpó del puerto de Brest, como tripulante de La Zélée, mandada por el capitán Jules Dumont d´Urville, que efectuaba su primera expedición alrededor del mundo.

El 13 de septiembre de 1828 hicieron escala en Santa Cruz de Tenerife, en su ruta hacia Calcuta (India), vía Río de Janeiro, llegando a Calcuta el 5 de mayo de 1829.

Jacquemont se fue a Delhi, a donde llegó el 5 de marzo de 1830 y, desde allí siguió hacia el oeste del Himalaya. Durante tres años continuó visitando las principales ciudades de la India, residió unos meses en  Lahore, visitó Amber en Rajputana, el Reino de Ladakh y el de Bardhaman en Bengala,  y recorrió la cordillera del Himalaya entre Cachemira y el Tibet.

Además de sufrir las mayores calamidades durante sus exploraciones, tuvo el privilegio de ser recibido por el Gran Mogol y  su corte, residir en el palacio de los antiguos emperadores de Cachemira, y el monarca hindú sij Ranjit Sing le ofreció ser virrey de esta región.

En todo este tiempo reunió importantes colecciones de historia natural y escribió un diario con sus observaciones científicas.

Varias de las plantas que recolectó llevan su nombre: Abedul blanco del Himalaya (Betula jacquemontii), Avellano indio (Corylus jacquemontii), Cerezo afgano (Prunus jacquemontii), Lirio de la cobra (Arisaema jacquemontii), etc.

En octubre de 1832, enfermo de cólera y agotado, regresó a Bombay, donde falleció, el 7 de diciembre.

En reconocimiento a su labor, un busto suyo, de mármol, se encuentra en una de las galerías del Museo de Historia Natural de París, donde está enterrado.

José Manuel Ledesma Alonso, Cronista Oficial de la Ciudad de Santa Cruz de Tenerife

 

ESCALA EN EL PUERTO DE SANTA CRUZ DE TENERIFE

Carta a su padre:

Llegamos a Santa Cruz de Tenerife  la madrugada del sábado 13 de septiembre de 1828 y, el martes 16, zarpamos muy temprano. En este corto intervalo de tiempo no he parado de correr para ver muchas cosas y también personas.

La presencia de un barco de guerra francés aquí es un gran acontecimiento, y no paramos de recibir agasajos continuamente. Ayer, por ejemplo, por la noche nos invitaron a un baile en el Casino. Bailé una contradanza francesa con una encantadora española que hablaba inglés. Descendía de ricos negociantes que hace veinte años acogieron al señor Cordier en esta isla.

Me siento muy orgulloso de haber representado a la gran Nación, vestido de negro de la cabeza a los pies. Había muchas personas que hablaban francés e inglés, de modo que me compensaron ampliamente la molestia del baile. Digo molestia porque los hermosos rostros españoles no merecen el menor reproche. Esta noche repetiremos, y toda la ciudad estará allí.

Cuando nos retiramos a media noche, las lanchas del barco nos estaban esperando en el muelle y nos lanzamos a ellas con destreza,  a riesgo del caer en el  mar, que aquí está siempre muy agitado, el trayecto hasta nuestro barco, que se encontraba fondeado en la ensenada,  lo hicimos  envueltos en unos capotes de hule negro, para que la brisa marina no nos mojara nuestros smokings.

Gracias a Dios llegamos a La Zélée y, una vez a bordo, tuve una sensación extraña, como de contraste con el escenario  del que veníamos, en el que nos habíamos divertido.

En este puerto nos aprovisionamos de limones, naranjas y algunas frutas tropicales que se encuentran aquí en abundancia, porque estamos destinados a permanecer en la mar durante cuarenta días antes de llegar a Río.

Me encuentro estupendamente. Todo va lo mejor posible en el mejor de los mundos posibles.

Adiós, querido padre; un beso. Saludos a todos.