180 años de la inauguración de la Fuente de Morales, en el barrio de El Cabo

El capitán general Francisco Tomás Morales y Afonso, como presidente de la Junta Económica del Agua, sufragó las obras para su construcción

La primera fuente pública con la que contó Santa Cruz para que sus habitantes pudieran abastecerse de agua en cualquier época del año fue colocada, en 1706, en la plaza que luego llevaría su nombre, La Pila, actual plaza de La Candelaria.

El artífice de la obra fue el capitán general Agustín de Robles, al traer el agua desde los nacientes del Monte Aguirre, a través de 12 kilómetros de atarjeas de madera, elevadas sobre el terreno con unos palos en forma de horquilla, para evitar que el ganado abrevase en ellas y, al llegar a la población, transcurría por canales soterrados, protegidos por losas de mampostería, a través de las calles de las Canales Bajas (Doctor Guigou), del Pilar, San Roque (Suárez Guerra) y Barranquillo (Imeldo Serís) hasta llegar a la Casa del Agua, situada en la calle de las Canales (Ángel Guimerá), desde donde se distribuía a la huerta del convento de Santo Domingo (Teatro Guimerá y Recova vieja), a La Pila, al aljibe de San Cristóbal y al caño de la aguada, donde se suministraba a los barcos.

Un siglo más tarde, de las 1.500 casas de la Villa y Puerto sólo 150 disponían de aljibe y el resto de los vecinos tenían que extraerla de las norias existentes en el barranco de Santos o se ponían a la cola en la fuente de la Pila (La Candelaria), lugar donde solían producirse aglomeraciones, conflictos y disputas, que a veces terminaban en peleas. En esa época, las mujeres llevaban los recipientes de agua sobre sus cabezas y, para mitigar el peso, se protegían con un ruedo (rosco de tela). Los hombres la acarreaban en barricas o bidones montados sobre cabalgaduras o carros.

Por ello, otro capitán general, Francisco Tomás Morales y Afonso (Las Palmas de Gran Canaria, 1783-1845), como presidente de la Junta Económica del Agua, sufragó las obras para construir una nueva Fuente, trayendo el líquido elemento desde el Monte Aguirre hasta el barrio de El Cabo, por lo que hubo de construirse dos túneles, un puente, un acueducto y nueve kilómetros de atarjeas de mampostería.

El proyecto y la dirección de las obras de la segunda Fuente que existió en Santa Cruz de Tenerife lo llevó a cabo Lorenzo Pastor y Castro, profesor de la Academia de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife, quien adoptó un diseño clasicista, al realizarla con piedra basáltica del país, extraída  de las canteras de Igueste de San Andrés.

La fuente estaba formada por cuatro chorros o surtidores con forma de testas humanas y, sobre cada uno de los surtidores, un arco rebajado de medio punto se dibuja con los sillares a modo de ornamentación y separación entre caños. Encima de éstos, una cornisa separa la inscripción del resto de la obra. Sin llegar a ser una obra de arte, la fuente se ajustaba a las reglas arquitectónicas de la época, lo que demuestra que ya se cuidaba el embellecimiento de la población.

Fue construida mirando al Sur, adosada a una pared por la que los derrames caían al barranco de Santos. En la plazoleta donde estaba situada, que llevaba el nombre del ilustre patricio Francisco Tomás Morales, el Ayuntamiento plantó una serie de árboles para que dieran sombra, pero su duración fue efímera, pues los cerdos que se criaban en la huerta del Hospital, para ayudar al sustento de los asilados, dieron buena cuenta de los tiernos esquejes.

La fuente fue inaugurada el día 2 de febrero de 1838, a las cinco de la tarde, y a ella asistieron las primeras autoridades civiles y militares, encabezadas por el nuevo capitán general, marqués de la Concordia; alcalde de la Villa, Pedro Bernardo Forstall; alcalde del Agua, Antonio Cifra; director de la obra, Lorenzo Pastor y Castro; representaciones ciudadanas, banda de música y un numeroso público que llenaba totalmente aquellos alrededores. La aparición del agua fue recibida por un destacamento de soldados con toques de cornetas y tres descargas de fusilería.

El lugar había sido adornado con ramajes, banderas y farolillos de papel. Durante la tarde se celebraron diversidad de festejos y por la noche tuvo lugar un animadísimo paseo amenizado por la banda de la Milicia Nacional, a la vez que se quemaban gran cantidad de cohetes.

El Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, en consideración a la contribución de Francisco Tomás Morales, jefe militar y político del Archipiélago (1827-1834), tomó el acuerdo de denominarla Fuente de Morales.

Se dio la circunstancia que la corporación municipal que inauguraba la fuente no era la misma que había decidido su construcción, y ambas deseaban atribuirse el mérito y, como no se ponían de acuerdo, hubo que buscar una solución salomónica para zanjar la polémica sobre lo que se tenía que grabar en su frontis, quedando: Fuente de Morales. Año 1837, dedicada en 1838.

Sin embargo, a los habitantes del barrio del Cabo no le pareció correcta la inscripción que aparecía grabada en la piedra y, durante el acto, mostraron una pancarta que decía: "Santa Cruz te dedica con celo ardiente, a ti, Morales, esta fuente".

El periódico El Atlante ya había publicado, el 7 de enero de 1838, “la sensible desavenencia que ha dado lugar a la cuestión suscitada acerca del año que debía grabarse en la Fuente de Morales ha terminado, como era de esperar de las apreciables cualidades que caracterizan a las personas que se habían interesado en aquella cuestión, agregando al letrero que estaba ya grabado, y que dice Fuente de Morales año de 1837, otra línea que diga, Dedicada en 1838. De este modo, queda expresado todo cuanto se desea por una y otra parte, dando por terminada esta desagradable ocurrencia de un modo tan satisfactorio como se deseaba.

Con tan laudable fin, sabemos que el Sr. D. Antonio Cifra, a cuyos desvelos tanto debe la obra del agua, ha hecho un generoso sacrificio, renunciando a ciertas explicaciones que creía exigirle su delicadeza, sobre alguna mala inteligencia, pues no puede ser otra cosa, que se dio a la conversación ocurrida en lugar de la obra, y de que se ha hecho mérito en los artículos que hemos publicado por los que el público hará justicia a todos los individuos que componen la Junta de agua y  los concejales del año 37 como los del 38 deben hallarse satisfechos que el pueblo que depositó en ellos su confianza, reconozca cuan dignamente han correspondido a ella”.

En mayo de 1907, el Ayuntamiento encomendó al arquitecto Antonio Pintor Ocete que duplicara los chorros existentes, de manera que pasara a tener el doble de  bocas de agua; motivo por el que en la sillería se abrieron taladros y se colocaron una serie de tuberías para adaptarlas a los nuevos chorros.

Debido a la apertura de la calle Fuente de Morales, paralela al barranco de Santos, que parte de la avenida Bravo Murillo hasta el puente Serrador, en el año 2010, hubo que desplazar la fuente hasta la esquina del Museo de la Naturaleza y el Hombre, quedando situada de espaldas al barranco, pero no lindando con él como había estado en su origen. El encargado de desmantelarla y luego restaurarla fue Régis Chaperon, especialista en piedra natural, el cual llevó a cabo una excelente labor de rehabilitación.

A principios del siglo XX ya existían en Santa Cruz de Tenerife seis fuentes públicas para el suministro de agua de sus habitantes (La Pila, Morales, Isabel II, Santo Domingo, Puerto Escondido y Chorro de los Caballos) que, al no disponer de grifos, sus derrames producían grandes pérdidas a las arcas municipales, motivo por el que comenzaron a presentarse proyectos para llevar el agua a presión a los domicilios, conducidas por tuberías metálicas.

De las fuentes citadas, sobreviven La Pila, Morales, Isabel II y Santo Domingo. Fuentes que ya no tienen su primitivo cometido, sin embargo, sus centenarias piedras las han convertido en un elemento ornamental de la ciudad, formando parte del patrimonio histórico de Santa Cruz de Tenerife, como testimonio material del siglo XIX.

Por ello, los responsables municipales, con el fin de mantener estos espacios importantes en la historia de la Ciudad, han venido llevando a cabo una serie de actuaciones de conservación y ornato, dotándolas de agua e iluminación adecuada, a la vez que han protegido su entorno.

José Manuel Ledesma Alonso, Cronista Oficial de la Ciudad de Santa Cruz