La festividad de la Virgen del Carmen en Santa Cruz de Tenerife

La primera procesión tuvo lugar el 16 de julio de 1720 y estuvo acompañada de la Cruz Fundacional y de todas las Cofradías.

La fiesta en honor de Nuestra Señora del Monte Carmelo, según Álvarez Rizo, se  viene celebrando desde el siglo XVIII en el pueblo de La Esperanza, en la parte alta de la Isla, donde los marinos la pusieron para que les hiciese llegar a buen puerto.

Esta vocación marinera se representaba en forma de romería, el sábado de Naval de cada año, curiosamente en un pueblo campesino. A ella acudían muchos hombres y mujeres que cantaban la Salve con un tono semejante al que usaban los costeros cuando levaban anclas.

Sin embargo, Juan Primo de la Guerra ubica a la primera imagen de la Virgen del Carmen en la ermita santacrucera de San Telmo, donde se le veneraba junto a pequeños cuadros que representan tormentas y embarcaciones en peligro, la mayoría habían sido ofrendas de los navegantes.

Por tanto, la gran devoción a María, bajo la advocación de Nuestra Señora del Monte Carmelo, es propia de los hombres y mujeres de la mar y de tierra adentro, pues todos somos marineros a la hora de capear tempestades, sortear escollos y huir de los enemigos; aunque, son los marinos los que con mayor distinción y de manera más constante la utilizan como abogada suya, pues la invocan para pedir protección, confianza y seguridad ante las dificultades.

No sería hasta el 19 de abril de 1901 cuando la reina regente, María Cristina de Habsburgo, promulgó una Real Orden proclamando a la Virgen del Carmen como Patrona de la Marina de Guerra española. En la actualidad la Estrella de los Mares lo es también de toda la Gente de la Mar; es decir, la perteneciente a la Armada, la Marina Mercante, la Pesquera y la Deportiva.

En nuestra Isla su Imagen está representada en todos los pueblos y barrios marineros: Puerto de la Cruz, Los Realejos, Los Cristianos, Punta del Hidalgo, Santa Cruz de Tenerife, etc. Pero también en pueblos alejados de la mar, como son La Esperanza, Icod el Alto, El Tanque, Las Mercedes (Cruz del Carmen), etc.

En Santa Cruz de Tenerife su devoción data de 1670. La imagen, que se hallaba en la parroquia de Nuestra Señora de la Concepción, pertenecía a doña Margarita de Vera Villavicencio, quién la había heredado de su padre, el capitán Cristóbal Perdomo de Vera. Al fallecer esta señora, se la dejó en herencia a doña María Águeda Van de Unde, madre de Rodrigo e Ignacio Logman, vicario y beneficiado de la mencionada parroquia, quienes, a partir de 1720 comenzaron a ofrecerle culto religioso con solemnidad, construyéndole una capilla con su correspondiente retablo y sacristía, dotada de custodia, copón y cáliz de plata; así como el trono, las andas repujadas e incensarios. No contentos con esta capilla, los hermanos Logman le mandaron labrar un magnífico altar de madera y la situaron en el nicho principal.

La primera procesión de la Virgen del Carmen en Santa Cruz tuvo lugar el 16 de julio de 1720 y estuvo acompañada de la Cruz Fundacional y de todas las Cofradías de la parroquia. Ese día, la Imagen iba ataviada con su manto de seda y de su mano colgaba el gran escapulario de plata. Junto a las andas, marchaban los patronos, el vicario, el beneficiado de la parroquia y el capellán del Hospital. En la cabecera de la procesión iban las autoridades civiles y militares, vestidas de gala, y dos filas de monjes con los cirios encendidos. A su vera, la banda de tambores y clarines retenía la larga cola de vecinos y devotos que habían llegado de todos los rincones de la Isla.

La comitiva recorrió las calles de la Noria, Santo Domingo, las Tiendas y, al llegar a la plaza de la Pila, tomó la rampa de la caleta de Blas Díaz para dirigirse a la calle Grande, y llegar de nuevo a la plaza de la Iglesia.

Cuando la procesión pasó por delante de la casa de los hermanos Logman, la venerada imagen descansó sobre una alfombra de flores que le habían confeccionado, mientras sonaban las campanas de todas las iglesias de Santa Cruz.

Esta procesión se mantendría con todo su esplendor hasta 1919, año en que el armisticio que ponía fin a la Primera Guerra Mundial vendría a cambiar su forma de celebración. El 16 de julio, el entonces párroco de Nuestra Señora de la Concepción, para agradecerle a la Virgen del Carmen la llegada de la Paz, decidió llevarla hasta el muelle de Santa Cruz, subirla en una gabarra arrastrada por un remolcador, y realizar con ella un paseo marítimo por la bahía. Este acontecimiento fue seguido por infinidad de veleros y barquitas, así como por un gran gentío que llenó los aledaños de las instalaciones portuarias. En la celebración del año 1924, con el fin de que acudieran más embarcaciones, a la mejor engalanada se le premió con 100 pesetas.

En 1931, el Ayuntamiento capitalino la consideró fiesta oficial, junto con la de la Santa Cruz (3 de mayo) y los Carnavales.

Desde entonces, Santa Cruz de Tenerife celebra con gran júbilo y devoción esta tradición centenaria y así, cada 16 de julio, la Virgen, adornada profusamente, se entrona en un remolcador del servicio portuario y recorre el interior de la dársena de Anaga, desde el muelle de Enlace hasta la punta del muelle Sur, donde se tira al mar una corona de flores en recuerdo de los marinos fallecidos.

Las autoridades civiles y militares que asistieron a la función religiosa en la parroquia de la Concepción, junto con representantes de la cofradía de la Virgen, que la han acompañando hasta el muelle, también suben al remolcador para realizar la procesión marítima por la bahía.

A su proa, numerosas embarcaciones repletas de fieles que han venido de todos los puertos deportivos y pesqueros cercanos, junto con los remolcadores del Puerto y el  de Salvamento Marítimo, engalanados-as con sus empavesadas, hacen sonar sus sirenas y bocinas.

Para presenciar el paso de la Estrella de los Mares por la bahía, multitud de personas se agolpan en el paseo de la avenida Francisco Larroche, mientras que otras llenan los muelles de Enlace, Sur y Norte, al igual que hacen los socios del Club Náutico y del Club Deportivo Militar de Paso Alto.

Cuando al anochecer, la Virgen del Carmen desembarca por La Marquesina del muelle, el pueblo chicharrero, como homenaje de oración y de fe, le canta la Salve Marinera:

Salve estrella de los mares,

de los mares, iris de eterna ventura.

Salve, oh fénix de hermosura,

Madre del divino Amor.

De tu pueblo a los pesares

tu clemencia de consuelo,

fervoroso  llegue al cielo

hasta ti, hasta ti nuestro clamor.

Salve, estrella de los mares.