Conoce el museo
En el siglo XIX Santa Cruz vive una edad dorada, desde 1833 es capital de Canarias y su Puerto es punto obligado de avituallamiento de carbón en las rutas desde Europa hacia Centro y Sudamérica y África Occidental. Esto, junto a la exportación de productos agrícolas a los mercados europeos, propicia el auge de una burguesía que se contagia de las ideas liberales que se extienden por toda Europa.
Todo ello tendrá su reflejo en la trama de la ciudad y en la aparición de distintas instituciones y sociedades llamadas a mostrar el dinamismo urbano.
La ciudad comienza entonces su expansión. Los procesos de desamortización de bienes de la iglesia durante el s. XIX propiciaron la disponibilidad de suelo urbano en emplazamientos estratégicos. Así, será en la antigua huerta del convento Franciscano de San Pedro Alcántara donde se erigirá la actual plaza del Príncipe, que reúne todas las condiciones de espacio urbano burgués no ligado a las estructuras jerárquicas del poder propias del antiguo régimen, algo que sí podemos observar en la trama urbana de La Laguna.
Es en este entorno social y urbano, en el que surge el Museo de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife. Son tres las figuras claves que propician su fundación en 1899, los pintores Pedro Tarquis Soria y Teodomiro Robayna y el periodista y político Patricio Estévanez. La primera exposición -aún sin una sede permanente- tendrá lugar ese mismo año, ubicándose las primeras obras en las dependencias del antiguo convento franciscano. No será hasta 1933 que no se inaugure el espacio actual, obra del arquitecto Eladio Laredo. Concebido como Museo y Biblioteca municipal es el primer edificio construido específicamente para ello en Canarias, lo que le otorga un papel pionero en la historia de la arquitectura de las islas. En su fachada se colocan diez bustos de intelectuales y pensadores, todos ellos figuras relevantes de la historia y cultura de Tenerife.
Los fondos del museo se nutren desde su inicio de distintas colecciones y fondos. Con el fin de crear un fondo estable se recibe un primer depósito del Museo del Prado, del que forman parte obras como Los Caprichos de Goya, esculturas de Agustín Querol y Subirats, obras de carácter historicista y pinturas de Madrazo.
Poco a poco los fondos del museo se van enriqueciendo con obras que permiten trazar una historia del Arte Canario, haciendo especial hincapié en los paisajistas canarios del s. XIX. Es aquí donde se puede entender la riqueza de este museo como conjunto que explica en su devenir el propio devenir de Canarias como sociedad.
Plantas
Planta 0
En la planta de acceso el visitante encuentra la Sala Pedro González, dedicada al pintor tinerfeño fundador junto a otros del “Grupo Nuestro Arte”, activo en los años 60. En esa década, bajo la dirección de Miguel Tarquis, el museo es uno de los pocos espacios de libertad que permite a la ciudadanía y a intelectuales y artistas entrar en contacto con nuevos lenguajes artísticos, y es en el Museo donde Nuestro Arte encuentra el apoyo necesario para desarrollar su trabajo, que entra en conflicto con el lenguaje imperante en el ámbito oficialista que se materializaba en el Círculo de Bellas Artes
Planta 1
A través de visitas guiadas con aforo limitado, el visitante puede acceder a los depósitos en los que se encuentra la mayor parte de la obra pictórica y escultórica del museo. Este espacio de almacenaje, taller de restauración e investigación permite reflexionar sobre el valor de la colección y sobre los próximos pasos a dar en el museo en su proceso de ampliación y reestructuración
Planta 2
Estas salas se estructuran de forma cronológica y formal atendiendo a los siguientes criterios. Pintura Flamenca (s. XVII), obra que atestigua la estrecha relación que durante ese siglo Canarias mantuvo con los puertos de Flandes, principales destinatarios de productos como el azúcar, en la que cabe destacar el Tríptico de Nava; Pintura Barroca Española (s. XVII y XVIII) y Pintura Barroca Canaria -principalmente de temática religiosa-; Pintura del Siglo XIX –Retrato-, Pintura Historicista del s. XIX y cuatro salas dedicadas al paisajismo Canario del s. XIX, en las que son relevantes las figuras de Valentín Sanz y Méndez González -también magníficos retratistas- y Nicolás Alfaro