Situado al noroeste de la isla de Tenerife, ofrece al visitante la oportunidad de disfrutar de un paisaje singular, fruto de una larga y armoniosa convivencia del hombre con un medio natural rico y diverso. Los brumosos bosques de sus cumbres, los numerosos roques, los dispersos caseríos tradicionales y especialmente, el ancestral sistema de bancales esculpidos en las laderas de sus barrancos, son algunos de los elementos que le dan entidad a este paisaje.
Las cumbres están cubiertas de una masa boscosa esenciales en la protección de suelos y recarga de acuíferos, que se distribuye por la cabecera de la mayoría de los abundantes barrancos del macizo. La laurisilva de cumbres, el fayal-brezal, los sabinares de medianías y los cardonales-tabaibales, constituyen una excelente muestra de su hábitat. Para especies como las palomas de laurisilva, este bosque constituye un hábitat de importancia vital para su biología, así como para muchas de las aves que nidifican en los roques de Anaga.
Gran parte del Macizo de Anaga tiene la consideración de Zona especial de protección para las Aves (ZEPA), por la presencia en las zonas forestales del gavilán y de dos palomas endémicas, así como por ser lugar de nidificación de las aves marinas Petrel de Bulwer, pardela chica, pardela cenicienta y paíño de Madeira.